domingo, 20 de mayo de 2018

SWARA YOGA - EL YOGA DE LA RESPIRACIÓN en la Tradición de Swami Maitreyananda - Por Swamini Lakshmi

SWARA YOGA - EL YOGA DE LA RESPIRACIÓN en la Tradición de Swami Maitreyananda - Por Swamini Lakshmi
(Yogacharini Eugenia Salas, presidenta de la Federación Argentina de Yoga)

Muchas personas confunden el Pranayama Yoga con el Swara Yoga.
Swami Maitreyananda ha diseñado una métodología propia de Swara Yoga basada en las nuevas respiraciones y los nueve bandhas.
La respiración es la primera necesidad del ser humano. Podemos vivir varios días sin comer, unos pocos días sin beber pero apenas unos minutos sin respirar.
Esta verdad evidente, es a menudo olvidada acarreando que se de poca importancia al correcto funcionamiento de su mecanismo.
Al ser una función mecánica e involuntaria, muchas veces no se la toma en cuenta. Lo notable es que a pesar de ser involuntaria PODEMOS HACERLA VOLUNTARIA, y por consiguiente MODIFICARLA
Modificando un proceso respiratorio incorrecto producimos beneficios a nivel físico, psicológico y emocional.
La Postura durante una correcta respiración
Cuerpo estable
Espalda recta
Postura cómoda
Concentrarse en el movimiento del diafragma
SIEMPRE SE COMIENZA CON UNA INHALACION

Se destaca que el principal músculo que interviene en la respiración es el diafragma. Según el tipo de respiración actúan además otros músculos en forma secundaria. Muchas veces también se olvida esto dando por resultado una respiración deficiente.
LAS NUEVE RESPIRACINES DE SWARA YOGA en la tradición de Swami Maitreyananda
Existen básicamente tres zonas de respiración.
La alta ,donde el diafragma trabaja con acompañamiento de los músculos de la zona alta del tronco, en la que los pulmones se movilizan más superficialmente-
La media, donde el diafragma actúa acompañado de músculos de la zona media del tronco
La baja, donde los músculos que acompañan al diafragma son los de la zona inferior del tronco, y que moviliza los pulmones a pleno. De esta mirada más minuciosa podemos desprender que de la básica clasificación de tres, naturalmente existe más variedad de respiraciones, todas desprendidas de las tres que comúnmente se mencionan.
RESPIRACIÒN DIAFRAGMÀTICA: más allá de que diafragmática sea toda respiración es aquella que utiliza el diafragma. Lo fortalece, ejerciendo además un masaje importante de todos los órganos de las dos cavidades que separa.
Su registro suele ser al principio algo forzado hasta que el practicante principiante avanza en la ejercitación. Con una correcta contracción diafragmática se ayuda a la digestión excreción circulación sanguínea y a todos los sistemas orgánicos..
.La conciencia, ejercitación y reducación diafragmática resulta indispensable y preventiva de las enfermedades respiratorias- Dentro de la clasificación básica de swami Maitreyananda, la consideramos como de la zona MEDIA.
RESPIRACIÓN TRAQUEAL O CLAVICULAR: desmembrando el concepto de respiración ALTA nos encontramos con que cuando estamos apurados, agitados o ansiosos, pareciera que “no hay tiempo para hacer ingresar el aire” y resulta una especie de jadeo donde se visualiza el movimiento de las clavículas y vibra la tráquea más de lo normal. Esto nos angustia nos activa en demasía y genera desorden en la actividad mental a lo que se suma obstaculizar la correcta oxigenación en general.
Es una respiración corta localizada en los vértices superiores de los pulmones, su efecto es activador . No resulta aconsejable para cardíacos ni hipertensos, como tampoco para personas hiperactivas o con distress
RESPIRACIÓN PECTORAL
Se localiza también en la parte superior del torax y la concentración se lleva a los pectorales como músculos secundarios de la respiración. Indicada para personas introvertidas. Es la respiración en la que uno saca pecho. Ayuda a elevar la autoestima. Descomprime corazas emocionales alojadas en la zona antero superior del pecho, pero a su vez mantenida por mucho tiempo puede activar la ira o la violencia y acorazar la zona posterior y superior de la espalda-
RESPIRACIÓN DORSAL
Se localiza en la parte superior torax y la concentración se lleva a los músculos de la región dorsal como secundarios en la respiración. Es lo que se conoce como sacar joroba. Es de gran ayuda para romper corazas emocionales y contrapartida de la respiración pectoral- El agobio y la baja energía acompañada a veces de falta de aprecio por si mismo lleva a cargar una “mochila” emocional de la que se habla popularmente. Para evitar esto deben ejercitarse en forma preventiva ambas la respiración pectoral y la dorsal.
En purna yoga integral esta visión esta muy ligada al enfoque de la contrapostura espiritual desarrollado por Swami Maitreyananda. Tratare de explicar esto, las emociones dejan una somatización que se va quedando en forma de energía, podríamos decir negativa, concentrada en los músculos de las zonas mencionadas. Entonces, no solo el trabajo de elongación del musculo favorece su eliminación, sino el masaje descontracturante y liberador que produce la ejercitación de estos dos tipos de respiración , (alta pectoral y alta dorsal).
RESPIRACIÓN INTERCOSTAL
En la misma cumplen un papel secundando al diafragma, los músculos intercostales y se expanden las costillas para liberar la región pulmonar media. Esta respiración equilibra para las actividades cotidianas.
Por lo general con el tiempo , los músculos del costado del tronco, se ponen rígidos y no favorecen lel movimiento libre de intercostales, por ello es aconsejable la incorporación de laterales en todas las posturas donde podamos realizarlos para evitar esta rigidez-Una buena respiración intercostal equilibra para andar por la vida, con una energía bien dosificada, ni muy alta ni muy baja. .
RESPIRACIÓN ABDOMINAL
Al igual que en las anteriores se usa principalmente el diafragma y según sea la respiración intervienen ayudando otros músculos los abdominales. Igualmente es claro que no se llena de aire el abdomen sino que, especialmente con esta respiración, se llega a llenar completamente la región inferior de los pulmones El resultado es un efecto altamente relajante que ayuda a distender todo el cuerpo-Buena para atraer el descanso e incluso el sueño, favoreciendo la descarga de energía hacia la tierra-Origina una actitud tranquila, la mente y el cuerpo descansan. Y fue propuesta por Swami Maitreyananda como sama swara yoga, aquella respiración que por reflejo condicionado calma al respirar como un bebe.
RESPIRACIÓN LUMBAR
La concentración en los músculos de la región lumbar, durante la respiración, ayuda a atenuar las lumbalgias. Libera tensiones añejas, y alivia también dolores en toda la espalda, se complementa con la abdominal siendo ambas respiraciones BAJAS
Más allá de clasificar pro zonas alta, media o baja, en la respiración tambien se ubican dos formas contrapuestas de ingreso y salida del aire, que a la vez generan resultados contrapuestos.
Podemos realizar, cualquiera de las formas mencionadas ,de manera SUPERFICIAL o PROFUNDA
La superficial asegura tanto en la entrada como en la salida sòlo el mínimo indispensable, y genera cansancio, mala oxigenación con el consabido desgaste general.
RESPIRACIÓN PROFUNDA
La profunda por el contrario, deja libertad sin límites al ingreso y salida de todo el aire necesario para un correcto equilibrio oxigenante.
Y hasta podríamos registrar otra forma, que es la CORTA O LARGA, las cuales generalmente se asimilan a superficial y profunda ya que un ingreso corto del aire, no permite que este llegue profundamente a los pulmones y , en cambio una larga inhalación , si lo permite. Pero todo esto ocurre con una correspondiente relajación de los músculos para que se distribuya el aire correctamente y no quede estancado por la tensión generada en una parte de su trayecto- Por eso la buena respiración siempre va ligada a la relajación y contracción de los músculos y a su “eutonìa” ( el tono-tensión correcto de cada momento).
RESPIRACIÓN COMPLETA
Concentrarse en comenzar inhalando dirigiendo el aire a la parte baja del pulmón e ir ascendiendo a la parte media y luego a la alta Al exhalar vaciar los pulmones en el mismo sentido. Durante este proceso se realizan las respiraciones , abdominal, lumbar, diafragmática, intercostal, dorsal pectoral y clavicular.
En esta respiración que reúne todas las otras, se potencian los beneficios al máximo.
Cuando comenzamos con la practica de cualquiera de estas técnicas respiratorias, muchas veces se pone énfasis o se acentúa forzando ligeramente la dirección del aire hacia la zona correspondiente, pero con la practica constante se llegan a dominar en forma natural y la persona llega a dominar la capacidad de usarlas adecuadamente según la ocasión que le toque enfrentar.
Para la reducación de la respiracion es importante que el alumno aprenda a realizar las todas las respiraciones y lograr una completa oxigenación que redunda en un correcto funcionamiento de todos los órganos y sistemas.
Swamini Lakshmi

sábado, 19 de mayo de 2018

PRATYAHARA O ABSTRACCIÓN Por Swami Krishnananda

PRATYAHARA O ABSTRACCIÓN
Por Swami Krishnananda

Todavía estamos en el campo externo del yoga. Asana y pranayama forman el exterior del yoga. Los miembros internos, que forman el campo interior, están más adelante. Pratyahara o la retirada de los poderes de los sentidos, es donde comienza el círculo interior. Así como la asana es una ayuda en pranayama, también así pranayama es una ayuda en pratyahara.
Asana es postura física estable; pranayama es la armonía o regularización de la energía interior mediante la
apropiada manipulación de la respiración. Pratyahara es la extracción de las facultades de los sentidos de sus respectivos objetos. Pratyahara significa ‘abstracción’, o ‘traer de vuelta’. Así como el jinete controla los movimientos del caballo a través de las riendas que sostiene en sus manos, el yogui controla los sentidos por la práctica del pratyahara.
Para llegar a un entendimiento de la razón detrás del pratyahara, debemos volver atrás, a nuestra primera lección de yoga. La pregunta sería, ¿por qué deberíamos dominar los sentidos? El yoga es la técnica de realización de lo universal.
El individuo debe ajustarse con lo cósmico y, en esencia, ése es el objetivo del yoga. En este esfuerzo, los sentidos actúan como obstrucciones. Mientras el individuo trata de unirse con el universal, los sentidos tratan de separarlo a través de la diversificación de intereses. La principal actividad de los sentidos es suministrar una prueba de que existe un mundo externo, en tanto que el análisis del yoga afirma que realmente no existe nada por fuera del universal. Cuando tratamos de pensar como pensaría el universal, los sentidos nos impiden hacerlo y nos hacen sentir y actuar en términos de multiplicidad y variedad. Aquí es donde la mayoría de la gente encuentra dificultad en la meditación. Los sentidos no se mantienen quietos cuando hay un intento de meditar. Más bien distraen las facultades del sistema interno y retardan enfocarse en la conciencia. Los sentidos liberan la energía por diferentes canales de actividad, siendo los principales las
funciones ver, oír, oler, tocar y saborear. En tanto veamos lo particular, no podemos creer en el universal. Nadie va a creer en la existencia de la universalidad, porque nadie la ha visto.
Los sentidos parecen estar empeñados en crear diferencia entre quien ve, y quien es visto. Sin embargo, el hecho es que no hay diferencia entre el individuo y el universal. La aparente diferencia ha sido creada por los sentidos. El individuo es hipnotizado por ellos para que se reconozca de manera errónea. Mientras que el individuo es omnipotente, ellos lo hipnotizan en el sentimiento de ser impotente, y lo hacen sufrir las penalidades de la individualidad. En sueños, un millonario puede sufrir las penalidades de la pobreza.
Después de suntuosa cena, se puede sentir hambre en el mundo de los sueños. Experimentamos el sueño de un espacio expansivo mientras estamos confinados dentro de las cuatro paredes de una habitación. En tanto estamos en nuestra propia ciudad, soñamos que hemos volado a una tierra lejana. Una circunstancia creada psicológicamente, se convierte en causa de diferencia en la experiencia. Lugar, tiempo y circunstancias, pueden cambiar cuando la mente entra en una esfera diferente de conciencia. Los sentidos producen la ilusión de un mundo externo, el cual no está ‘afuera’. Esto significa que podemos ver cosas aunque no existan. No es necesario que exista un mundo real ahí fuera para que podamos verlo. El sueño hace aparecer al único individuo como si fueran muchos. Así que dos verdades vienen en nuestra ayuda: el uno se puede convertir en muchos; y podemos ver un mundo que no está allí.
Esto es exactamente lo que nos está sucediendo, aún en el estado de vigilia, la misma ley, la misma regla de
percepción, la misma estructura experimental. Que veamos un mundo no significa que realmente exista, aunque tenga la realidad de ‘ser percibido’. Solo cuando despertamos del sueño, sabemos lo que nos sucedió en el sueño, y no cuando estamos soñando. Así como los sentidos del sueño nos enredan en la experiencia del mundo soñado, los sentidos del estado de vigilia nos hacen lo mismo. Cuando los sentidos del sueño son retirados, despertamos del sueño; cuando los sentidos del estado de vigilia son retirados, entramos en la realidad universal. Esta es la razón por la cual en yoga se debe lograr pratyahara, el cual es la forma de realización del universal. Si no dominamos los sentidos, vamos a estar en el sueño del mundo.
Cuando traemos los sentidos a su fuente, la burbuja de la individualidad estalla en el océano del Absoluto.
No participamos de la naturaleza del mundo, porque no somos nada de lo que vemos en el sueño.
Pratyahara es esencial para despertar al hombre del gran sueño de la percepción del mundo. Estas son sutiles verdades sobre las que debemos meditar, las cuales, incluso escuchándolas, son purificadoras. Si solo se escuchan estas verdades, los pecados serán destruidos. Esta es la necesidad de la práctica del control de los sentidos. Entre tanto, los sentidos se aferren a sus objetos, estaremos en el mundo. El yoga se eleva por encima de la mera percepción del mundo, hasta la conciencia universal. Hay muchos métodos de pratyahara. Los textos los mantienen como grandes secretos. Nadie puede buscar la práctica de la meditación sin un
corazón puro. No se debe entrar en el sendero a menos que se hayan cumplido las pre-condiciones. No se debe forzar la mente a meditar, sin tener sentimientos puros. Los deseos frustrados son grandes peligros.
Acercarse al yoga con deseos que están al acecho, es como encender una llama cerca de dinamita. Dejad al corazón ser libre, porque solo el corazón tiene que meditar, y no solamente el cerebro. El pensamiento no puede lograr nada cuando el corazón está en otra parte, y los sentimientos son dirigidos a una meta diferente.
Se puede decir que el pratyahara constituye la frontera del yoga. Cuando uno practica pratyahara, está casi en los límites del Infinito, y se tienen sensaciones supra físicas. Aquí es donde más se siente la necesidad de un Gurú. De nuevo se siente temblor en el cuerpo, revoloteo de la mente, somnolencia e híper actividad de los sentidos. Cuando intentamos pratyahara, los sentidos se agudizan más.
Algunas de las primeras consecuencias de esta práctica del yoga, son: más hambre, más pasión, más susceptibilidad a la irritación, sobre sensibilidad. Para ilustrar esta condición, podemos dar un ejemplo: si tocamos nuestro cuerpo con un palo, o aún con una barra de hierro, no los sentimos. Pero nuestros ojos no pueden soportar el toque de una suave hebra, a causa de la sutileza de la estructura del ojo. Así de
sutil se vuelve la mente, de tal manera que permanece susceptible a la mínima provocación, impacto o situación. En la etapa de pratyahara permanecemos en una condición donde directamente nos vamos a las manos con los sentidos, así como la policía interviene en una confrontación con bandidos que han estado al acecho y que ahora pelean sin que les importe la muerte. En una pelea a muerte la intensidad del combate crece, se dobla de un momento a otro. Si una serpiente que está a punto de morir en una pelea, muerde a una persona, se dice que no hay remedio porque su veneno se intensifica. La llama resplandence más antes de apagarse. Así los sentidos, cuando están siendo asidos con pratyahara, se vuelven hiperactivos, sensibles y tremendamente fuertes. Aquí el estudiante desprevendio puede caer. ¿Qué debe hacer uno cuando los sentidos se vuelven tan activos y fieros? En esta condición uno no puede soportar la visión de los objetos de los sentidos, y aquí es cuando uno no debe estar cerca de ellos. Mientras uno vive una vida social normal, nada parece especialmente tentador.
Pero ahora, en la etapa de pratyahara, uno se vuelve tan sensible, que los sentidos pueden ceder en cualquier momento. Es como caminar sobre el filo de una navaja, afilado y cortante, fino y difícil de percibir. Aquí un pequeño descuido puede significar peligrosas consecuencias. Sutil es la senda del yoga, invisible a los ojos y difícil de recorrer. Los yamas y niyamas, practicados desde un principio, serán una ayuda en este estado. La gran disciplina que uno ha experimentado en los yamas y niyamas, lo guardará a uno contra la arremetida de los sentidos. A causa de la sinceridad del estudiante, Dios le ayudará a salir de la situación.
Esa es la guerra del Mahabarata de la práctica, donde uno debe luchar contra los poderes de los sentidos, que inclinan hacia los objetos y los placeres.
El pratyahara debe ir junto con vichara, o investigación cuidadosa de cada condición psicológica que se de en el proceso. Los sentidos fácilmente confunden una cosa con otra. Samsara, o la existencia en el mundo, no es más que una mezcla de apreciaciones erróneas de valores. Los sentidos no pueden ver la Verdad. No solo eso, sino que ven la falsedad.
Ellos confunden, dice Patanjali, lo no eterno, con lo eterno, lo impuro, con lo puro, el dolor con el placer, y el no Ser, con el Ser. Este es el cuádruple disparate cometido por la mente y los sentidos. Nada hay permanente en este mundo. Que ‘todo pasa’, es una verdad que todos conocemos bien. Todo el mundo sabe que el próximo momento es incierto, y aun así, podemos ver cuánta fe la gente pone en el futuro, y qué
preparativos hacen, inclusive, para cincuenta años más adelante. No puede haber nada estable en el mundo a causa de la impermanencia del cosmos, el cual está atrapado en el proceso de evolución. Sin embargo, el hombre toma las cosas como entidades permanentes. Los sentidos no pueden ver exactamente que está sucediendo frente a ellos. Son como personas con los ojos vendados, que no saben qué hay ante ellos. Fue el Buda quien hizo de esto su doctrina central, al proclamar que todo es transitorio, y aun así, para los sentidos, todo parece ser permanente, lo cual significa que no pueden ver la realidad. Nadie se baña dos veces en el mismo río. No hay existencia continua en una llama ardiente. Todo es movimiento de partes, salto de partículas. Cada célula de cuerpo cambia. Cada átomo de materia vibra. Todo tiende hacia otra cosa. En todas partes solo hay cambio. Mas para los sentidos no hay cambio en ninguna parte y todas las
cosas son sólidas. Casado con esta teoría de los sentidos, el hombre no está preparado para aceptar ni siquiera su muerte inminente. Tal es el crédito que le da a la sabiduría de los sentidos.
También los sentidos toman lo impuro por lo puro.
Pensamos que nuestro cuerpo es hermoso y querido, y otros cuerpos conectados con él, también son queridos. Nos abrazamos a las cosas como a formas hermosas, sin saber que hay una impureza esencial subyacente a su aparente belleza. Para conservar la así llamada belleza y pureza del cuerpo, nos dedicamos diariamente a muchas rutinas, tales como el baño, la aplicación de jabón, cosméticos, etc., y cuando esto deja de hacerse, veremos lo que realmente es el cuerpo. La verdadera naturaleza del cuerpo se revela si, por algunos días, uno no lo atiende. Ese también es el caso con todas las otras cosas del mundo. Todas las cosas manifiestan su naturaleza cuando no se les presta atención. Cuando el cuerpo está enfermo y hambreado, muestra su verdadera forma. En la vejez, es visible su real naturaleza. Tal es la belleza de este cuerpo prestado: artificial, engañosa. ¿Por qué no vemos la misma belleza en el cuerpo afectado con una
enfermedad mortal, o cuando está muerto? ¿A dónde va nuestro afecto por el amado cuerpo? Hay una confusión en la mente, que ve cosas donde no las hay, y construye valores a partir de su imaginación. Hay una fealdad subyacente que finge la belleza tomándola de otra fuente, y se hace pasar por una sustancia hermosa, tal como el espejo brilla tomando prestado el brillo de la luz. Es la luz la que brilla, y no el espejo, aunque generalmente decimos que el espejo brilla.
Confundimos una cosa con la otra. La belleza no pertenece al cuerpo, sino a algo distinto que los sentidos y la mente no pueden visualizar o entender. Así, las escrituras de yoga describen cómo este cuerpo es impuro. ¿De dónde ha venido el cuerpo? Vaya a su origen y comprenderá cuán puro es ese lugar. ¿Qué sucede cuando no se le atiende, cuando está seriamente enfermo, o es privado de sus pranas? ¿Dónde está la belleza del cuerpo del cual los pranas han partido? ¿Por qué no vemos belleza en un cadáver? ¿Qué era lo que nos atraía de un cuerpo vivo? No se puede confiar en los informes de los sentidos.
También confundimos el dolor con el placer. Cuando estamos sufriendo, creemos que estamos disfrutando
placeres. En términos psicoanalíticos, esto es comparable a una condición de masoquismo, en la cual se disfruta el sufrimiento. Uno está tan sumergido en el dolor, que la misma condición de dolor le parece una satisfacción. El hombre nunca ha conocido lo que es la verdadera felicidad, lo que es la alegría, lo que es el regocijo. Nació en la aflicción, vive en aflicción y muere en aflicción. Este grave estado, lo confunde el hombre con la condición natural. “Por cuenta de la consecuencia que sigue a la satisfacción de un deseo, la
ansiedad por perpetuarlo, las impresiones producidas por el placer, y el flujo perpetuo de las gunas de prakriti, todo es aflicción”, dice Patanjali. Solo la mente que discierne, es la que descubre los defectos inherentes en la estructura del mundo.
La consecuencia del placer es la generación de deseo adicional para repetir el placer. El deseo es un incendio que entre más se alimenta, más y más pide combustible. El deseo se expande él mismo. ‘El deseo nunca se extingue con su realización’, es una verdad reiterada en los textos de yoga. El efecto de la satisfacción de un deseo no es placer, aunque uno sea compelido a pensarlo. El efecto es deseo adicional.
Uno no puede decir cuánto tiempo más continuará disfrutando, porque los deseos no tienen fin. El hombre no desea morir, porque morir para este mundo es equivalente a perder los centros de placer. La mente recibe un impacto cuando escucha que la muerte está cerca. El deseo es la causa del miedo a la muerte. La consecuencia de la satisfacción de un deseo, debe, por tanto, enseñar una lección a todo el mundo.
Cuando poseemos el objeto del deseo, no somos realmente felices. Hay preocupación por conservarlo. Uno no duerme bien cuando tiene todas las cosas satisfechas. Los ricos no son felices. Sus familiares pueden robarlo, los delincuentes pueden arrancarle su riqueza, y el gobierno puede apropiarse de ella. Solo porque tenemos el objeto del deseo, no significa que podamos ser felices. Uno era infeliz cuando no tenía el objeto, y ahora, de nuevo, hay infelicidad a causa de su posesión.
Existe otra causa de insatisfacción. Sin darnos cuenta, mediante la satisfacción de un deseo, creamos en nuestra mente subconsciente, sutiles impresiones psíquicas. Tal como cuando hablamos o cantamos ante un gramófono se forman surcos en el disco, y el sonido puede transmitirse cualquier número de veces, así, también, cuando uno tiene la experiencia de disfrutar un objeto, se forman impresiones en el nivel inconsciente, y pueden repetirse cualquier número de veces, inclusive cuando uno las ha olvidado, aunque hayan pasado muchos nacimientos, y aun cuando uno ya no las desee más. Las impresiones causadas por un acto de disfrute, son penas en el futuro.
Hay una cuarta razón: el giro de la rueda de las gunas de prakriti. Prakriti es el nombre que le damos a la raíz de toda sustancia, la cual está constituida por las propiedades llamadas sattva, rajas y tamas. Sattva es transparencia, pureza y balance de fuerzas. Rajas es distracción, división y bifurcación de una cosa de otra. Tamas es inercia, ni luz ni actividad. Esos son los tres modos de prakriti, y nuestras experiencias no son otra cosa que nuestra unión con esos modos. Estamos embotados cuando en nosotros opera tamas, estamos afligidos cuando funciona rajas, y estamos felices cuando sattva es preponderante. Solo podemos ser felices
cuando sattva está ascendiendo y no en otro caso. Y no podemos ser felices siempre, porque sattva no va a ascender en todo momento. La rueda de prakriti en su girar nunca se detiene. Ocasionalmente sattva se levanta, y luego desciende.
Cuando asciende nos sentimos felices, y cuando desciende somos infelices. En una rueda que gira, ningún rayo puede quedar quieto o estar siempre en la misma posición. Por tanto, la felicidad en este mundo no es permanente; viene y se va. Este mundo, así constituido física y psicológicamente, es fuente de dolor para la mente que discierne. Aun el gozo transitorio del mundo, es el resultado de una liberación de la tensión biológica, una excitación de los nervios, y una ilusión de la mente ignorante.
También confundimos el no Ser con el Ser, serio error que cometemos a diario. Cuando amamos algo, trasladamos el Ser al no-ser, e infundimos al no-ser, los caracteres del Ser.
El Ser es aquel que conoce, ve y experimenta; es la conciencia en nosotros. Aquello que es visto o experimentado, y aquello que consideramos un objeto, es el no-ser. El objeto es no-ser porque no tiene consciencia. Que un ser como el hombre tenga consciencia, no es argumento contra el hecho de que su
cuerpo sea un objeto, porque lo que se ve es la forma y no la consciencia.’ La objetividad’ en las cosas es lo que las hace objetos. No son los objetos los que conocen el mundo; es la conciencia ininterrumpida la que lo conoce. No es el mundo el que siente al mundo, sino el sujeto conocedor. La conciencia se da cuenta de la presencia de un objeto, por una actividad misteriosa que se lleva a cabo psicológicamente. Por ejemplo, ¿cómo se hace uno consciente de una montaña? Este simple fenómeno es un poco difícil de entender, aunque ocurre casi todos los días. La montaña, que está en frente, no entra en los ojos o la mente de quien la percibe. Está lejos y,sin embargo, la mente parece ser consciente de su existencia.
Los ojos no se ponen en contacto con el objeto; el objeto no toca físicamente al sujeto. ¿Cómo, entonces, el sujeto conoce el objeto? Uno puede decir que los rayos de luz que emanan del objeto, afectan la retina del sujeto, y éste puede así conocer el objeto. Pero ni el objeto ni los rayos de luz tienen consciencia, y una actividad inerte no puede producir un efecto consciente. Entonces, ¿cómo puede conocerse un objeto? El secreto de la relación entre el sujeto y el objeto parece estar oculto tras su forma exterior. Son los sentidos
los que nos dicen que hemos conocido el objeto gracias a los rayos de luz. Los ojos por sí solos no pueden ver, y los rayos de luz por sí solos no pueden revelar el objeto. Los rayos de luz pueden estar ahí, así mismo el objeto, pero si la mente está en otro lugar, uno no puede ver el objeto. Parece que en la percepción es necesario algo más que los factores instrumentales. Aquí juega un papel importante la mente.
Ahora bien, ¿la mente es una sustancia, un objeto? ¿O es inteligente? Lo mínimo que puede esperarse en la percepción es inteligencia. Podemos suponer que la mente es inteligente, como podemos decir que un espejo brilla. Así como el espejo realmente no brilla, la mente no es inteligencia. Así como es la luz la que brilla, y no el espejo, es una consciencia transcendente la que ilumina la mente. No es fácil entender la
naturaleza de esta consciencia, puesto que es ella misma la que entiende. ¿Quién puede explicar aquello que está detrás de toda explicación? Es el conocimiento detrás del entendimiento. ¿Quién entiende el entendimiento? Es la misteriosa realidad que está en nosotros, por la cual conocemos todo, pero que no puede ser conocida por nadie.
Esta inteligencia o consciencia, actúa en la mente como la luz en el espejo. La mente se refleja ella misma en el objeto, así como el reflejo de un espejo puede iluminar una pared. El objeto es localizado por la actividad de la mente, y la inteligencia que hay en ella percibe el objeto. La inteligencia no actúa directamente, sino que se enfoca a través de un medio, que es la mente. Un rayo de inteligencia pasa a través del lente de la mente, y confronta el objeto. La inteligencia contempla el objeto mediante la instrumento de la mente.
¿Cómo entra la inteligencia en contacto con la materia inconsciente, la cual conocemos como el objeto? ¿Cómo puede la consciencia conocer un objeto, a menos que haya algún parentesco entre ellos? Concediendo que debe haber tal parentesco, no puede decirse que sea una relación material, como ciertos filósofos del materialismo pueden sostener, porque la materia no tiene entendimiento. No tiene ojos ni inteligencia. Entonces, ¿quién ve la materia? La materia no puede ver la materia, puesto que es ciega. La
inteligencia, sin la cual todo carece de significado, es diferente de la materia. Es la inteligencia la que conoce la existencia de la materia. ¿Cómo podría llegar la inteligencia a tomar contacto con la materia, a menos que ésta tenga una naturaleza similar a aquélla? La materialidad no puede ser el vínculo entre las dos, porque la materia no puede vincularse con la consciencia. La consciencia no puede conocer la materia, a menos que esté escondida dentro la materia. En conclusión, la materia debe ser esencialmente consciente, si la percepción tiene algún significado aceptable. Debe haber Ser aun en el no-Ser; si la percepción puede ser posible, la consciencia debe ser universal. Pero los sentidos no pueden ver la consciencia universal. Ellos solo ven la objetividad, la externalidad, los cosas localizadas. Falsamente proyectan un fantasma de ‘exterioridad’ y crean un ‘objeto’ fuera de la realidad universal. El objeto es vinculado artificialmente con
el sujeto. Cuando los sentidos visualizan un objeto fuera, el cual aparece como algo material, está sucediendo una transferencia de valores entre el sujeto y el objeto. El Ser interno, que es consciencia universal, afirma este parentesco con el objeto, pero como lo hace a través de la mente, aparece amor por el objeto. Todo amor es la afinidad que siente el universal con él mismo en la creación. Este amor universal se
distorsiona cuando es transmitido a los objetos mediante los sentidos. En lugar de amar a todas las cosas por igual, amamos solo ciertas cosas, con exclusión de otras. Ese es el error de la mente, el error en el afecto cuando es transmitido por los sentidos, sin el conocimiento de su fundamento universal. Mientras que el amor espiritual es universal, el amor sensorial es particular, y engendra odio e ira. El deseo individual es una trampa para caer en cautiverio.
El Ser se confunde con el no-Ser, y viceversa, en el sentido de que el universal se olvida y se localiza en ciertos objetos, y los sentidos cometen el desatino de tomar lo no eterno, por lo eterno, lo impuro, por lo puro, y el dolor por placer. Pratyahara es de gran ayuda en este análisis, porque los sentidos, al entenderlo, se abstienen de apegarse a las cosas. El enredo de los sentidos en sus respectivos objetos, y su conexión orgánica con los objetos, es tan profunda y fuerte, que no es fácil sacar la consciencia de la materia. Tal
como uno no puede quitarse la piel del cuerpo, es difícil sustraer los sentidos de las cosas. El contacto orgánico, artificialmente creado entre los sentidos y los objetos, debe ser separado por vichara o investigación filosófica. Esta es una etapa de vairagya, o desapasionarse por lo que no es real.
En estado de pratyahara, no necesariamente los sentidos estarán activos. Muchas veces parecen reposar quietos, y, a pesar de eso, perturbar grandemente al estudiante. Cuando están positivamente activos, el estudiante se hace consciente de ellos, pero cuando los sentidos recurren a subterfugios, es difícil percibirlos. Las actividades de los sentidos tienen etapas o formas de manifestación. Alguien que va a cometer
un delito, podría permanecer en silencio, pero esto no significa que esté inactivo, porque está maquinando un plan de acción que cumplirá en el momento apropiado. En ocasiones, sus actividades pueden hacerse imperceptibles, debido al trabajo de la policía, cuando está perseguido desde varios lados. Cuando ha trabajado en exceso, puede sentirse fatigado, y en esa condición, otra vez, puede que no haga nada. Sin embargo, de ahí no se sigue que ya no tenga sus intenciones sutiles, o que realmente haya dejado de actuar.
Algunas veces, puede suceder también, que suspenda su actividad por otras razones, como el matrimonio de su hija o la enfermedad de su hijo. Esa suspensión de acción, tampoco significa una clausura de sus planes.
Cuando todas las circunstancias sean otra vez conducentes, reasumirá su trabajo con gran fuerza.
Esta es también la forma como trabajan los deseos.
Pueden estar dormidos, atenuados, interrumpidos, o activamente operativos. Cuando dormimos, los deseos
también duermen; ganan fortaleza para la futura actividad del día siguiente. También pueden cansarse, y entonces cesar en su trabajo por un momento. Pueden yacer dormidos (prasupta), cuando hay frustración debida a la operación de las leyes de la sociedad, la ausencia de medios para conseguir lo que desea, o la presencia de alguna satisfacción obstructiva. En la frustración, la actividad esta temporalmente detenida.
Cuando se está en un ambiente que no es conducente a la expresión del deseo, uno lo suprime mediante la voluntad, entonces queda en una condición de sueño inducido. En la pralaya cosmica o disolución final,
cuando todos los individuos concluyen en un estado causal del universo, los sentidos, con sus deseos, se encuentran latentes; permanecen en forma de semilla. Los deseos no son totalmente ciegos, porque conocen como crear circunstancias para su expansión y cumplimiento. Aun el instinto tiene inteligencia. En algunas ocasiones, la inteligencia se ve impedida por el instinto. La inteligencia con frecuencia justifica el instinto y acentúa su trabajo.
Aunque esta puede ser una de las condiciones del deseo en personas ordinarias, en el caso de los estudiantes de yoga, se atenúa y se convierte en un hilillo. La Sadhana atenúa el deseo, lo debilita, aunque este no es fácilmente destruido.
Los deseos pierden fuerza en presencia del Maestro espiritual, dentro de un templo, o un lugar de adoración, porque esta no es la atmósfera para su exhibición. Esta es otra condición del deseo, cuando permanece débil o apagado (tanu).
Hay un tercer estado del deseo: cuando puede ser ocasionalmente interrumpido (vichhinna) en sus actividades.
Uno puede tener amor por su hijo, pero gracias a un error cometido, o a una conducta inadecuada de su parte, uno puede enfurecerse contra él. Aquí el amor por el hijo no ha dejado de existir, sino que está temporalmente suspendido con ocasión de las circunstancias. Esto sucede con frecuencia entre esposos. El amor es detenido por el odio, y el odio por el amor, debido a situaciones que pueden surgir de vez en cuando en la sociedad. Por el momento, el objeto del afecto puede lucir como uno de odio. Vemos en los
monos, por ejemplo, que la madre no le permite a su crío comer, y llega a sacarle de la boca el pedazo de pan. Esto no quiere decir que la madre odie a su hijo, pues también podemos observar el grado de apego que tiene por su bebé.
El amor y el odio son condiciones psicológicas misteriosas, y no podemos saber en determinado momento dónde estamos, hasta que tengamos una fuerte oposición en contra. En algunos casos uno se siente deprimido, y en otros está gozoso. Con frecuencia, hay desaliento y melancolía.
Pequeños contratiempos desestabilizan fácilmente a las personas, aunque todo el tiempo podrían haber estado felices. De repente, pueden exaltarse debido a alguna noticia feliz. Estas son ondas que surgen en el lago de la mente debido al movimiento, en diferentes direcciones, del viento del deseo. La mente danza al compás de los sentidos.
Ha habido casos, cuando buscadores de muchos años parecían personas con los sentidos bajo control, y luego comenzaron a ser indulgentes con actividades indeseables.
Algunas veces, cuando no hay progreso tangible, uno puede pensar que sus esfuerzos han sido perdidos; mas, de repente, uno puede sentir un gran gozo. Esto sucedió en el caso del Buda. Había perdido la esperanza, incluso el día previo al de su iluminación. Había decidido que su fin había llegado. Pero el engaño desapareció al siguiente día, y la luz comenzó a iluminar. Los buscadores pueden bajar o subir en el camino y dar rodeos, como un camino en la montaña con muchas bajadas y subidas. El estudiante de yoga debe estar vigilante, y no tomar decisiones o juzgar, por el talante que tenga cada día. Las cosas pueden parecer bien durante determinado tiempo, pero subsecuentemente puede haber un ciclón de emociones, que destroza sus esperanzas y expectativas. Estas son las operaciones de la guerrilla, que los sentidos deseosos
emprenden cuando uno trata de controlarlos o restringir su actividad. Cuando constantemente vigilamos los sentidos, ellos muestran resentimiento, y reaccionan queriendo emboscarnos. Nadie tolera restricciones a su libertad.
Cualquiera que sea la condición del deseo – dormido, atenuado o interrumpido-, aún está allí, y no se ha ido. Puede ganar fuerza en el momento conveniente. Podemos echar agua sobre el fuego para extinguirlo, pero así el fuego principal se haya apagado, si queda una chispa, puede crear de nuevo un incendio gigantesco. Con frecuencia, sucede en bosques, cuando un pedazo pequeño de madera arde en cualquier lado. La chispa que ha quedado, se manifiesta en el momento oportuno. Aunque el deseo puede ser débil, no está destruido, y se vuelve poderoso cuando se presenten las circunstancias adecuadas.
El deseo, cuando está en circunstancias totalmente favorables, se vuelve totalmente activo (udara), y entonces uno no puede hacer nada con él; tal como con el incendio forestal, la furia de las llamas no puede dominarse con un cubo de agua. La pequeña discriminación del estudiante se extinguirá, debido a lo poderoso del deseo. El mundo es fuego, dijo Buda. La experiencia es el fuego del deseo. Los ojos son ese fuego ardiendo; los oídos y los otros sentidos están ardiendo de deseos. La mente y las facultades han sido
atrapadas en ese fuego. De acuerdo con el Buda, el mundo es un hoyo ardiendo de cal viva. Las cuatro condiciones mencionadas solo son una amplia división de la forma como trabaja el deseo. Pero tiene muchas otras formas en las cuales puede estar disimulado, o actuar. La mente crea ciertos mecanismos dentro de ella misma para su defensa contra el ataque del yoga. Huye del sitio donde puede ser observada, y el estudiante puede perder su objetivo. Y puede seguir cualquiera de las cuatro técnicas mencionadas. Puede
desviar su actividad por canales completamente diferentes.
Ese es uno de los mecanismos de defensa de la mente. Si el estudiante, en un estado mental más elevado, observa que la mente inferior se apega a un objeto, naturalmente la va a vigilar. Pero ella emplea el astuto artificio de renunciar al objeto, pero hábilmente se aferra a algún otro, creando así la apariencia de que el apego ha desaparecido. El apego cambia de un centro a otro, y el estudiante se puede encontrar en un paraíso ilusorio, si no tiene el cuidado necesario. Puede creer que el afecto se ha roto, pero está tan fuerte como antes, solo que se ha fijado en otro centro. El río ha tomado un curso diferente, y está inundando otro pueblo. Cuando un tigre está siendo perseguido, uno no sabe sobre quien va a saltar.
También puede la mente recurrir a un método diferente de la común técnica anterior. Si uno es persistente en
detectar el deseo dondequiera que él vaya, la mente puede abstenerse de buscar un objeto exterior, pero estar internamente contemplando aquello que desea. Si todas las vías están cerradas, puede haber disfrute de un objeto internamente. Cuando todos los otros canales están cerrados, uno puede imaginar los objetos y lograr satisfacción psicológica. Si lo mejor no es posible, la mente encuentra satisfacción en lo mejor siguiente, y si nada puede lograr, la mente va a disfrutar su objeto en el pensamiento. Si la vigilancia llega a darse cuenta de esto, la mente va a tratar de manipular, proyectando sus rasgos negativos sobre ciertas
personas u objetos. Si un mono pequeño es perseguido por uno grande, el chico va a hacer un ruido que llame la atención sobre otro mono, y así los otros monos atacarán como un tercero en discordia, de tal forma que la escaramuza original se olvida por el desplazamiento de la atención. Hay personas que tratan de volverse virtuosas señalando los defectos de otros. Seres bajos se engrandecen difamando almas nobles.
Los trucos de la mente son asombrosos. La persona en condición de deseo, encontrará siempre algo malo en algo o alguien, para disgusto de la mente vigilante, desviando, por tanto, su atención. Aquí, puede uno estar más consciente de los defectos del exterior, que de lo que está sucediendo dentro de uno. Entre tanto, la mente inferior trabaja a sumanera. Sueños, fantasías, castillos en el aire, defectos en todas partes, son algunos de los mecanismos de defensa que eluden a la vigilante inteligencia. Cualquiera que sean los esfuerzos por dominar la mente, nunca serán suficientes ante la impetuosidad de los sentidos. El Bhagavadgita da una advertencia cuando dice que la fuerza de los sentidos puede arrollar, como un torbellino, y llevarse el entendimiento. El Manusmriti dice que los sentidos tienen tal poder, que pueden arrancar de su curso, incluso la mente de un sabio. El Devimahatmya dice que maya puede empujar a la fuerza, incluso las mentes de aquellos con mucha sabiduría.
En pratyahara, con frecuencia surgen las reacciones, y el estudiante puede asustarse por lo que está sucediendo. Patanjali, en el Sutra, detalla las dificultades. Aparte de los peligros mencionados arriba, hay otros tipos negativos de problemas que aparecen. La enfermedad (vyadhi) puede llegar, debido a comer indiscriminadamente, presión ejercida sobre los pranas, indebida exposición, sobre-esfuerzo, etc. La enfermedad es un gran obstáculo en yoga. Esta puede ser física o psicológica, engendrada por la desobediencia a la Naturaleza o por reacciones en la práctica. También puede suceder, que el estudiante se canse después de años de práctica, concluya que todo es inútil, y termine abatido (styana). Puede comenzar a pensar que está solo y que no hay nadie que lo ayude. Este pensamiento puede volverse tan intenso, que le impide pensar en el ideal que tiene delante.
En lo externo, puede haber debilidad, dolores recurrentes de cabeza y somnolencia. Puede que por varios días no concilie el sueño. Puede desarrollar dolores en el cuerpo y ausencia de apetito. El estómago puede perder la fuerza para digerir.
Estas son reacciones temporales del prana y la mente, cuando están bajo proceso de control. Son fases pasajeras, de las cuales no hay que alarmarse. Debido a la concentración de la mente en una línea particular (no concentración espiritual, sino atención concentrada en un esfuerzo particular), pueden sentirse ocasionales molestias. Estos son síntomas externos que pueden molestar por considerable tiempo al estudiante. En cierta forma Pratyahara es una pelea entre la naturaleza interior y la exterior. Esto explica la
razón que hay tras las reacciones. La guerra interior es tan complicada como la exterior, y existen tantas maniobras en lo interno, como en las guerras externas. Las batallas internas son más difíciles de ganar que las externas, porque en las externas se emplean muchas personas e instrumentos, mientras que en las internas, de nada de esto se dispone. La guerra interior es perpetua, sin descanso. Solo en el sueño, el desmayo o la muerte, parece declararse una tregua. Puede aparecer tal languidez, que ni siquiera puede sentarse en asana. El estudiante se siente cansado, incluso de la meditación. El embotamiento puede hacer las cosas lentas, y uno empieza a tomarlas despaciosamente, sin el entusiasmo y el vigor con los cuales había comenzado la práctica. Esto sucede después de algunos años de esfuerzo. Styana es una condición de lentitud del cuerpo y la mente. Igualmente la duda (samsaya) puede comenzar a hostigar la mente por no
haber un progreso palpable en la sadhana. Uno no sabe qué tan lejos está el punto de llegada. El estudiante, aunque se ha esforzado por caminar, no sabe la distancia recorrida. No hay un mapa que indique la distancia que falta. La inhabilidad para conocer en qué punto está uno, crea incertidumbre en la mente. Las dudas también pueden aparecer por el estudio de muchos libros de variada naturaleza, escritos por diferentes
autores, cada uno diciendo algo diferente del otro.
Difícilmente uno se convierte en buen juez de la multitud de ideas contenidas en literatura en conflicto. Ausencia de un apropiado entendimiento respecto de la posición verdadera donde uno se encuentra, es una causa de duda, por cuenta de la que uno cambia el lugar de residencia, cambia de Guru, cambia de mantra, cambia la forma de meditar, etc. Esos cambios son hechos con la esperanza de algún resultado mensurable.
Pero en la condición nueva, uno se siente donde estaba, y va a necesitar un nuevo cambio. No es fácil entender dónde radica el verdadero error. Tales carácter dudoso es un obstáculo en yoga. Las reacciones que la mente y los sentidos producen toman muchas formas; un ejemplo es la inestabilidad de la mente, que hace que uno no se fije en ninguna cosa ni en ningún lugar. Fijarse en una cosa también implica gran concentración de la atención, de ahí la dificultad de su práctica. La mente se aburre viendo la misma gente, el mismo lugar y las mismas cosas. Hay deseo de variedad, debido al disgusto por la monotonía. Ese es el
resultado de la duda, debido a la cual el estudiante se pierde en la jungla de la vida. Otro obstáculo es el estado de la mente agitada y confusa por falta de atención (pramada). Las dudas surgen por causa de no tener cuidado con el pensamiento. El estudiante, dormido, ha permitido entrar al enemigo, y despierta cuando éste ya ha tomado posesión de él. La calamidad llega por falta de vigilancia. Una vez convencidos de la validez de la práctica y la competencia del Guru, ¿qué necesidad hay de cambio? ¿Cómo sucedió?
Sucedió porque uno no tenía la convicción ni aún antes de empezar. Una fe que puede ser sacudida no puede llamarse convicción, sino solamente una aceptación temporal, sin el juicio apropiado. No es posible ningún éxito en la vida, sin el correcto cálculo de valores. Es insensato actuar precipitadamente, sin considerar una situación desde todos los ángulos, con sus pros y sus contras. No es bueno precipitarse en el yoga de manera emocional, porque el yoga no es un estado de ánimo de la mente. El yoga es una práctica
a toda prueba, a la cual se dedica todo el ser. El estudiante debe ser firme en sus puntos de vista, y solido en su personalidad. No debe reducirse a un tonto, que puede cambiar por la vacua lógica de la gente. El entendimiento del estudiante debe ser lo suficientemente fuerte para resistir y superar la argumentación de los sentidos. Una vez que escuche el alegato de los sentidos, va a creer en la realidad de las circunstancias externas, en vez del significado íntimo del yoga. Pramada o falta de cuidado, es en verdad la muerte, dice el sabio Sanatkumara a Dhritarashtra. La falta de atención es muerte; vigilancia es vida. Esto es más cierto en
los buscadores espirituales. Un cierto letargo (alasya), aparece como otro obstáculo en todo el sistema, tanto corporal como mental. Uno no estará practicando ninguna meditación, sino solo cayendo pesadamente en la ociosidad.
Esta es la mohana-astra, o arma engañosa, arrojada contra la mente buscadora en su lucha contra el deseo. La letargia paraliza la acción de la mente en tal extensión, que la mente ni siquiera puede pensar en ese estado. El poder de pensar se va, tamas aparece, y uno se vuelve letárgico por naturaleza.
El Yogavasistha dice: ‘Si no fuera por la gran catástrofe de la ociosidad, ¿quién no sería exitoso en ganar riqueza o conocimiento? El letargo detiene el progreso. Esta condición no debe confundirse por mera inactividad del cuerpo y la mente. Es, más bien, una preparación para una actividad contraria, que tendrá lugar después de un tiempo, y es comparable a un cielo nublado, embotado y silencioso, antes de estallar en truenos y relámpagos. Así como la falta de apetito es una indicación de que el cuerpo va a enfermar, el
letargo es un indicio de que algo adverso va a suceder.
Permanecer silencioso, sin decir nada, sin hacer nada, es peligroso para el estudiante de yoga. Uno no sabe cuando va a explotar la bomba. La letargia es un campo fértil para el daño que causan los sentidos y su pandilla. Primero paralizan a la persona y entonces le dan un golpe de excitación sensual (avirati). Es más fácil matar una persona cuando está inconsciente. El estudiante se duerme gracias a tamas, y entonces hay una violenta actividad de los sentidos. El ciclón ha comenzado a partir del clima seco. La mente es de diversas formas indulgente, y eso es lo que en yoga se llama una ‘caída’. Habiendo caído en esta condición y tomarla por un logro es, ciertamente, peor. Tomar este engaño, por éxito, es otro obstáculo; la ilusión (bhrantidarsana), por la cual uno cree que está progresando en el camino, mientras que en realidad está cayendo. Los sentidos lo aguijonean a uno para que baile a su son, y entonces es hipnotizado por ellos. Aun
si, por suerte, uno recobra la consciencia de esta condición indeseable a la cual ha llegado uno, no es fácil volver a ganar el terreno perdido. Perder terreno (alabdhabhumikatva), es un obstáculo más en yoga. No se puede reiniciar la práctica con facilidad, debido a los samskaras creados por los estragos de los sentidos durante el estado de gratificación. La falta de capacidad para encontrar el punto de concentración (anavasthitatva), aun si difícilmente se gana el terreno perdido, esto, de nuevo, es un serio osbstáculo.
Las nueve condiciones mencionadas, son algunos de los principales obstáculos en yoga, además de las complejidades psicológicas a que se han hecho referencia.Causan agitación en la mente y su desvío del camino. Aquí el estudiante debe ser cauteloso. Pero existen otros obstáculos menores, de los cuales, al menos cinco, pueden señalarse como los principales. Uno de ellos es la pena (duhkha), que se apodera
del buscador. Hay un sentido de pena interior, que lo molesta constantemente. Su silenciosa pena es, ‘¿Dónde estoy y qué estoy haciendo?’ Todo es oscuridad y no hay luz en el horizonte. Esto trae depresión y uno se vuelve melancólico.
No ve ningún bien en nada, y ningún significado ni valor en la vida. La vida pierde su propósito, y todo es una búsqueda inútil. A esta conclusión llega después de mucho esfuerzo en la práctica del yoga. Es el punto al cual el buscador llega en ocasiones; una condición bien descrita en el primer capítulo del Bhagavadgita. ‘Todo es inútil’, parece ser el grito de Arjuna. También es el grito de cada Arjuna que hay en el mundo, de cada hombre, de cada mujer, y de cada ser que gira en la rueda de la vida. Mientras se intenta ganar de
nuevo fuerza armándose de valor, se cae en el nerviosismo (angamejayatva). El cuerpo tiembla, y uno no se puede sentar a meditar. El estudiante está temeroso de lo que alguien diga acerca de él, y cosas por el estilo.
También hay una incapacidad de tolerar cualquier cosa que suceda en el mundo. Uno desarrolla la sensibilidad hasta tal punto, que aun el más pequeño evento, parece tan grande como una montaña. Hay temblor, y el flujo de prana no es regular. Las inhalaciones y exhalaciones desiguales (svasa-prasvasa),
perturban el sistema nervioso e indirectamente, la mente.
Gentileza del Aurobindo Sivananda Ashram editado por Divine Life Society - Sivnanada Ashram

Yoga Integral, el Yoga Completo Por Antonio Blay

Yoga Integral, el Yoga Completo
Por Antonio Blay

Creo que esta selección de prácticas que hemos escogido será de mucha utilidad para cuantos quieran trabajar en serio en su elevación interior sin dar la espalda al mundo de sus relaciones sociales y actividades profesionales. Encontrarán aquí prácticas que se refieren al nivel físico de la personalidad, al afectivo y al mental. Todas interesan porque no se trata propiamente de desarrollar lo espiritual. En realidad lo espiritual ya está todo desarrollado en sí, pues nuestro ser espiritual es todo él, por definición, luz, conocimiento, poder. Lo que hay que hacer es preparar nuestros mecanismos más elementales, más personales, nuestro cuerpo físico, nuestra actividad, nuestros sentimientos, nuestra mente, de forma que sean aptos para recoger, para recibir y dejar pasar a través de ellos esa luz, esa fuerza espiritual.
Por tanto el Yoga integral, el Yoga completo, cuya práctica pretendemos proponer, ha de incluir siempre estos tres aspectos:
1. El cuerpo, para prepararlo a que funcione mejor y sea un instrumento apto tanto para expresarnos en el mundo, como para recibir sus impactos o estímulos.
2. Nuestra afectividad, que tiene que purificarse para ser un elemento sensible, afinado, que matice la valoración de las cosas en el sentido de atracción y repulsión, y nos dé el verdadero sabor, el gusto, y diríamos que el impulso dinámico en la acción.
3. Y paralelamente nuestra mente porque es la oficina central donde se registran todos los datos, y luego se valoran y se coordinan.
Evidentemente cuanto más preparados estén estos instrumentos, más eficaz será la acción de la persona en todos sentidos.
El Yoga que presentamos en este libro realiza una acción eficaz en este triple aspecto. Por esta razón dedicamos las tres primeras partes respectivamente a la preparación del cuerpo físico, de la afectividad y de la mente conforme al Yoga, y en la cuarta y última ofrecemos en conjunto la aplicación de todas las prácticas y normas del Yoga integrándolas en la vida activa normal de un día cualquiera.
HATHA-YOGA
LA CULTURA DEL NIVEL FÍSICO
Ante todo hemos de ver claro que el cuerpo en sí es todo un tesoro de posibilidades que no siempre desarrollamos, que es susceptible de funcionar mucho mejor de lo que normalmente lo hace, y que además es absolutamente indispensable para poder desenvolvernos en el orden material.
Del mismo modo que cuidamos con gran solicitud las máquinas que necesitamos para nuestra industria, porque nos cuestan mucho dinero y porque sin ellas no podríamos seguir el ritmo necesario de producción, igualmente o más todavía hemos de preocupamos de nuestro cuerpo y cuidarlo, pues es la máquina básica que nos permite movernos y desenvolvernos en el mundo. Sobre este punto hay por desgracia mucha desidia, y una ignorancia y desconocimiento muy graves. Esta ignorancia se va por los dos extremos: hay personas que toman el cuerpo como un mecanismo gracias al cual pueden acumular satisfacciones que les compensan de sinsabores en otros órdenes de la vida, y entonces lo aprovechan para comer o beber con exceso, para usos sexuales abusivos o también para trabajar sin descanso, haciendo sobreesfuerzos exagerados; y encontramos también otro tipo de personas a las que parece que el cuerpo no tiene importancia y que se preocupan sólo de las ideas, viviendo siempre en el mundo de sus pensamientos y olvidadas de tomar contacto con las necesidades de su cuerpo, sin atenderle como es
debido; así su cuerpo se desnutre, no por falta de alimentos sino a veces por falta de sustancias básicas para su equilibrio fisiológico.
El Yoga físico, en realidad, comprende toda acción sobre el organismo. Por tanto se refiere no sólo a los ejercicios y prácticas especiales respiratorias, sino también al tipo de alimentos, al modo de comer, de descansar, de andar; a la compostura y actitud física que uno tiene en la vida, etc. Sin que con esto queramos decir que quien practica Yoga físico haya de controlar todo lo que hace el cuerpo, porque tampoco se trata de exagerar en ningún sentido; pero sí que ha de tener una visión un poco clara de lo que conviene en cada caso.
ORIENTACIONES GENERALES
La comida
Hay que tomar alimentación básica completa, que no sea exagerada de ningún modo, ni en cantidad ni en ninguno de sus componentes y que sea sabrosa. Muchos creen que el Yoga requiere austeridad en todo lo que se refiere a la sensación y sensibilidad normales. Esto es completamente falso. Hay que saborear, hay que encontrar gusto en la comida, porque el gusto facilita la digestión. ¡Saber saborear la comida, saberla sazonar bien, comer con gusto! ¡Cuántas personas hay que comen sin darse cuenta apenas de que están comiendo y sin saber qué comen! ¡Y después se quejan de que la digestión es pesada! Si estas personas se centraran en el acto de comer y comieran atentas, bien conscientes de lo que están haciendo, en un estado afectivo alegre, optimista, harían la digestión con mucha mayor rapidez y la comida les nutriría mucho más, pues la asimilarían mejor.
De entrada no podemos aconsejar a nadie que se limite a un régimen exclusivamente vegetal, como se hace en algunos libros de Yoga. Esto puede ser de absoluta necesidad para quien practica Yoga de modo total y exclusivo, pero en principio no lo creo necesario, ni sé que las investigaciones dietéticas hayan llegado a una conclusión clara en este sentido: no estimo que sea mejor un régimen de alimentación exclusivamente vegetariana que un régimen mixto. Por tanto me parece que nadie debe preocuparse demasiado por ello. Lo principal es que aprenda a comer moderadamente, con alegría y a distinguir los alimentos. Vigilar cómo le sientan, cómo afectan a su organismo.
También, respecto de la comida, hemos de decir que nunca debe ponerse uno a comer estando muy tenso, porque el aparato digestivo no está entonces preparado para poder digerir. Conviene siempre descansar antes un poco, pasear, o hacer algo que distraiga, que distienda. Por eso aconsejo a las personas que sufren un mal crónico de estómago que hagan una pequeña sesión de relajación antes de la comida, en lugar de echarse después para la clásica siesta, como suele aconsejarse, o además de ella, si se puede y cuesta dejarla.
El ejercicio de relajación lo describimos con todo detalle al final de estas consideraciones indicando sus principales efectos, porque es una de las prácticas fundamentales del Hatha-Yoga.
Con la relajación antes de la comida el aparato digestivo se preparará todo él mejor para comer y digerir bien, pudiéndose constatar que la digestión se efectúa entonces de un modo excelente, sin necesidad de la clásica siesta. Con diez minutos antes de comer hay tiempo suficiente para este trabajo de preparación. Si la persona está muy preocupada mentalmente, mejor que la relajación física, o combinándola con ella podría hacer un poco de oración, en la que esta tensión se aflojase mediante la actividad afectiva. O incluso dando un paseo o con otra actividad física que le apeteciera y ayudara a descargar su estado de tensión; o tal vez relajación, oración y paseo, las tres cosas combinadas.
Si se va a dormir en seguida, cuanto menos se coma mejor. Muchas veces comemos puramente por hábito, no por necesidad orgánica.
La bebida
Podemos hablar también de la bebida. Es nefasta la costumbre tan extendida de beber alcohol constantemente, pues produce una habituación tan fuerte en el organismo, que se hace insensible -tanto más peligrosa-, y aunque de momento parece que estimula el estado de ánimo, a la larga va agotando las facultades y disminuyendo la capacidad de rendimiento. Esto es fatal sobre todo para quien se toma el objetivo de la vida en serio, porque automáticamente se va incapacitando para realizarlo.
El objetivo de la vida está en la línea de una plena lucidez, y por lo tanto lo que tiende a embotar es evidente que va en contra de él. Aconsejaría ir eliminando en lo posible estas necesidades tan artificiales de beber constantemente alcohol en cualquier forma que sea. Hablo del alcohol fuera de las horas de comida, de los vermuts, coktails, whiskys, etc., no del vino en la comida. Aunque se ha de entender bien claro que no voy en contra del alcohol en sí, por principio, sino de la práctica abusiva que se hace de él, porque está comprobado que a la larga redunda en la disminución de las facultades psíquicas y corporales y porque condiciona a seguir tomando y aumentar sucesivamente las dosis. Por eso es tan nefasto este vicio que se va introduciendo bajo la excusa de cumplir con las normas sociales. Pero todo ello sin que queramos imponer prohibiciones absolutas, con espíritu de libertad que es el que inspira el Yoga.
La vida sexual
Una vez más hay que distinguir: cuando uno se consagra en cuerpo y alma al Yoga, se aconseja una continencia, si no absoluta, sí lo más estricta posible. Pero cuando una persona practica Yoga dentro de un ritmo de vida activo, entonces la vida sexual no está contraindicada. Se ha de ver bien claro que lo sexual es una función orgánica natural, sana, excelente. Se ha convertido en tabú por varias razones, algunas de ellas plenamente justificadas. Y eso ha dado lugar a que, si bien para muchas personas constituye una
prohibición casi de tipo mágico, para otras ha venido a ser un medio abusivo de cerrarse en un círculo de satisfacciones morbosas del que no pueden salir.
La función sexual es sana en la medida en que es expresión de una necesidad real orgánica. En este sentido la persona que está casada y lleva una vida conyugal normal no ha de tener ningún gran problema. Lo fundamental, desde el punto de vista del Yoga, tal como yo lo entiendo, es que la sexualidad no se utilice nunca como medio de compensación de nada. Si se hace uso de la sexualidad como necesidad orgánica natural, no ha de haber prevención o miedo respecto a su posible contraindicación para la salud, aparte de factores morales que dependen ya de la formación o de las obligaciones morales de cada persona. Pero aquí hablamos ahora desde el punto de vista higiénico, y queremos dejar bien entendido que el ejercicio normal de la función sexual, siempre que responda a verdaderas necesidades orgánicas, no perjudica para nada de suyo a la salud.
Conviene también añadir que, a pesar de lo dicho, la tendencia general de la persona ha de ser controlar un poco este impulso, porque, como ocurre con todas las funciones naturales que van acompañadas de placer, cuanto más se ejercita más se desarrolla, y de la misma manera que muchas personas han empezado a comer por necesidad, por hambre diríamos natural y luego el placer que han experimentado las ha inducido al exceso, convirtiendo el apetito en gula; algo muy parecido ocurre también, o puede ocurrir, con lo sexual. Hay una tendencia a exagerar, a apoyarse exclusivamente en el placer, que llega a convertirse en centro y fin. Pero no ha de ser así, y por eso conviene establecer un control.
A algunos puede quizás preocuparles cómo conseguir esta actitud de control. No es nada difícil a condición de que la persona esté entregada con auténtico interés a vivir. Si uno aprende a poner interés en las personas, en las cosas que hace, en sus obligaciones, en su vida espiritual, es decir, en todas las facetas de la vida, tanto internas como externas, si vive todo esto con interés, con entusiasmo, que no se preocupe, pues la sexualidad no se saldrá de su cauce natural. Pero cuando nuestra vida queda coartada, artificialmente condicionada en una de esas direcciones o en varias de ellas, entonces esta capacidad, este impulso de proyección, de entusiasmo no encuentra salida por los niveles superiores, y sigue el camino más fácil de lo inferior, que es lo sexual, la comida o la bebida.
Al decir que no encuentra salida nos referimos, por ejemplo, a no trabajar con entusiasmo, a no dedicarse a algo en que poder proyectar los propios valores. Ocurre a personas que viven una vida rutinaria, encerradas en su despacho, con un trabajo que no les gusta en absoluto, conviviendo con otras personas con las que no se compenetran, dentro de un círculo en el que todos o casi todos son factores desagradables. Estas personas no pueden dar salida a su vitalidad, se van cargando y entonces es natural que necesiten buscar de un modo u otro un desahogo, que será lo sexual, la bebida o un apasionamiento de cualquier clase.
Pero si esas mismas personas encuentran un modo de abrirse camino por medio de alguna actividad de tipo superior, en la que se hallan a sí mismas, dedicándose a un quehacer creador, si puede ser dentro de su mismo trabajo ordinario, o si no consagrándose aparte al estudio, a la investigación o incluso al trabajo manual -pero un trabajo manual que no sirva sólo para matar el tiempo, sino para crear algo por propia
iniciativa,- por propio gusto entonces pueden vivir bien sin experimentar la necesidad de entregarse a abusos viciosos sexuales, etc.
No hablamos ahora de sublimar la potencia sexual. Nos limitamos a afirmar que cuando una persona normal expresa de un modo completo su naturaleza, sobre todo si lo hace a través de sus facultades superiores, entonces su vida sexual se mantiene sin dificultad en su sitio.
Puede ocurrir, no obstante, que una persona se encuentre en circunstancias especiales que la sitúen al margen del uso normal de la función sexual, sea por su formación religiosa o por su estado de vida, y en este caso le convenga o tenga la obligación de practicar una abstinencia sexual absoluta. A esta persona le viene aún mejor el aprender a entregarse en cuerpo y alma a algo superior, para que su energía sexual no sólo no se desmande, sino que se absorba íntegramente en su psiquismo en un proceso de sublimación. Le ayudará una vida consagrada sin reservas a Dios y además al bien de los otros, en la que gaste el remanente de energías que no consume por su cauce natural. También le ayudarán poderosamente a esta continencia la práctica perseverante de las posturas o asanas que damos más adelante, en especial el sarvangasana, el shirshasana y el siddhasana.
El contacto con la Naturaleza
Hay otras cosas en el Yoga físico, que parecen sin sentido o insignificantes, pero que son importantes. Por ejemplo, creo que hoy día nos hemos alejado enormemente del placer de oler la Naturaleza; ya no entramos apenas en contacto directo con la Naturaleza. Estamos tan encerrados en las ciudades, siempre entre los mismos horizontes -paredes, casas, calles- que hemos ido limitando nuestro límite de visibilidad física y con él, sin darnos cuenta, también de visibilidad mental.
Por eso insisto en lo bueno y sano que es volver a la Naturaleza y en la necesidad que tenemos de hacerlo con la mayor frecuencia posible, abriéndonos del todo a ella, y gustando con fruición de todas las cosas espontáneas y bellas que tiene. El que tenga un medio de desplazamiento que aproveche para ir siempre que sea posible a parajes de horizontes amplios, para ponerse en contacto con la Naturaleza y respirar el aire puro. Es una cosa excelente para el cuerpo y para el espíritu.
El uso del tabaco
La costumbre de fumar no se opone al Yoga; no obstante, bueno es no hacerlo o fumar poco. El que quiera dejar la costumbre de fumar, lo conseguirá siguiendo estas normas:
1. En primer lugar, ver claramente si quiere o no quiere hacerlo, si se decide sinceramente a luchar contra la costumbre del tabaco. Pues esta postura inicial es decisiva.
2. Segundo, entregarse con entusiasmo de un modo permanente y seguido a un trabajo de tipo creador, una afición, etc., donde ponga en acción lo mejor de sí mismo.
3. Y tercero que practique de un modo sistemático la respiración integral, y aprenda a saborear los olores buenos, agradables que hay en la Naturaleza. Cuanto más gusto encuentre en el hecho de respirar los olores naturales, menos esfuerzo le costará alejarse del tabaco. La respiración completa es de gran efecto, porque el tabaco produce una inhibición de los centros respiratorios, y cuando se hacen funcionar de un modo pleno los órganos de la respiración, correlativamente se induce un rechazo, una repulsión hacia el tabaco. Más adelante describimos cómo se practica esta clase de respiración.
Así pues, ejercitando la respiración completa y particularmente adoptando la actitud personal de entusiasmo hacia intereses superiores, se experimentará que va desapareciendo por sí sola la necesidad de fumar.
La relajación muscular habitual
El Yoga nos avisa también sobre la importancia que tiene el aprender a mantener durante el día un tono muscular correcto, sano. Hemos de evitar ese estado de crispación que normalmente mantenemos cuando vamos de un sitio a otro, cuando esperamos a alguien, cuando estamos pensando, preocupados. Aprender a practicar un control permanente sobre nosotros mismos para no estar más tensos de lo necesario. La tensión es necesaria para la acción, pero cuando hay tensión sin acción el perjuicio es evidente. Por tanto aprendamos a estar tensos justamente lo necesario para la acción inmediata. Si no hacemos nada, no tenemos por qué estar tensos, ni apretar los brazos, ni el abdomen, ni la cabeza. Un control permanente sobre nuestra compostura, no en el sentido de ser personas educadas, sino en el de no consumir energía que nos restará fuerzas para hacer otras cosas. Siempre que nos demos cuenta, relajémonos, aflojemos lo que estamos apretando artificialmente. A veces nos costará. Si respiramos con un poco más de amplitud veremos que nos sale solo.
Si estamos pensando en lo que tenemos que decir cuando nos entrevistemos con determinada persona, está bien que pensemos, pero como no lo hacemos con las piernas ni con las manos, relajémoslas. Como diremos más adelante al hablar de la mente, tengamos actitud de control sobre nosotros mismos. Es muy frecuente que cuando no tenemos nada que hacer nos sentemos y nos entreguemos a divagar con el pensamiento de un lado a otro. La divagación pasiva, dejándonos llevar semiinconscientemente, siempre es perjudicial. Podemos dedicarnos a pensar, a imaginar, pero este pensar y este imaginar ha de ser siempre de un modo activo, de un modo controlado. Si lo que uno quiere es dejar que las ideas fluyan del inconsciente, estupendo; pero entonces debe hacerse de un modo completo, que todo uno quede receptivo, consciente, dejando hacer a su imaginación, pero estando atento para ver las combinaciones, las sugerencias que brotan de los datos almacenados en el inconsciente. Cuanto más consciente y más completa sea su actitud de receptividad, más rápido será el proceso psíquico que hace surgir la respuesta correcta y más reforzará su capacidad mental de control. De otra manera la divagación afloja y debilita enormemente nuestra mente, y supone no sólo una disminución de nuestra capacidad de control, sino además una pérdida efectiva de energía.
Diremos de paso que la persona que aprende a estar atenta y despierta descubre que su organismo físico tiene una inteligencia y un valor, y esta actitud de descubrimiento le capacita para poder sentir con mayor frecuencia que antes las cosas que necesita para que su organismo funcione bien, es decir, se hace más consciente de sus instintos naturales y de los recursos de su naturaleza. No se trata sólo de detalles, como por ejemplo, cuando uno está en una corriente de aire respirar de un modo más profundo y evitar así el resfriado, o cuando está descansando notar los primeros síntomas de frío, sino que el estar atento y conectado con el sector mental de nuestro instinto en todos los momentos de la vida hace que uno capte constantemente lo que necesita. Unas veces será un descanso, otras una dieta, o un tipo determinado de ejercicio físico. Nos ahorraremos muchas visitas al médico por el solo hecho de prestar un poco de atención y tener un poco de respeto a la voz de nuestro organismo a través de su mente instintiva.
Aprendamos a sentir, a estar atentos, a escuchar con interés y respeto lo que nuestro organismo nos pueda decir acerca de sus necesidades y precisamente por boca de ellas mismas.
EJERCICIOS FUNDAMENTALES DE HATHA-YOGA
Todas éstas son prácticas y normas de tipo general. Después hay una serie de ejercicios con acción específica muy útil e interesante. Pero tampoco aquí se puede dar una norma absoluta general, porque depende de la constitución física de cada persona, de su necesidad orgánica, del estado de salud y sobre todo del tipo de trabajo de cada persona. Las personas cuyo trabajo es sedentario, evidentemente tendrán que hacer un ejercicio que reactive su circulación; pero si el tipo de trabajo exige moverse y andar mucho, habrá que practicar más bien ejercicios que hagan descansar las piernas.
No obstante, para orientación general, podemos enumerar aquí unos ejercicios que se pueden denominar básicos y que son excelentes en principio para todo el mundo. A la luz de lo que hemos dicho y siguiendo el criterio que nos dicte la propia intuición, puede cada cual seleccionar algunos de ellos.
REQUISITOS PARA LA MAYOR EFICACIA DE LOS EJERCICIOS DE HATHA- YOGA
Pero digamos antes cuáles son los requisitos necesarios para que su ejecución sea eficaz. Los ejercicios de Yoga han de hacerse 1) con lentitud; 2) con verdadera atención; 3) sin crispación, y 4) con el tipo de respiración que salga naturalmente en cada fase del ejercicio. Lo más importante de todo es la lentitud y la atención. Hay que practicar los ejercicios de Yoga como si estuvieran, vistos a cámara lenta. Y siguiendo con la atención cada instante de su ejecución. No se trata de hacer mucha fuerza, ni de batir ningún record en
ningún sentido. La lentitud se exige entre otras cosas para facilitar la actitud interior de atención y con ella la consecución del estado interior propio de cada postura. Al asociar la atención al cuerpo y al yo cuando practicamos un ejercicio, las energías se asocian también y refuerzan nuestra energía psíquica consciente. Pero además es interesante la atención durante el ejercicio porque así aprendemos a establecer contacto con un determinado estado mental nuestro que nos servirá de soporte en todo momento e incluso de ayuda cuando queramos obtener una relajación mental. Si yo he aprendido a experimentar esta satisfacción física de bienestar con atención, me será más fácil después poder descansar la mente apoyándome en la sensación física de bienestar

jueves, 17 de mayo de 2018

EL RAJA YOGA POR SWAMI VIVEKANANDA

EL RAJA YOGA POR SWAMI VIVEKANANDA
La Yoga Raja se divide en ocho etapas, grados o trechos del sendero, conviene a saber:
1) Yama.
2) Niyama.
3) Asana.
4) Prânâyâma.
5) Pratyâhâra.
6) Dhârâna.
7) Dhyana.
8) Samadhi.
Yama consiste en no matar ni hurtar ni mentir ni fornicar y no recibir dádivas.
Niyama equivale a la pureza, contento, rectitud, estudio y completa entrega a Dios.
Asana es la posición o postura corporal en que se ha de colocar el ejercitante.
Pranayama es el gobierno o regulación del aliento.
Pratyâhâra es el desasimiento de los sentidos de los objetos de sensación.
Dhâranâ consiste en fijar la mente en determinado objeto.
Dhyâna ,equivale a meditación.
Samâdhi es el éxtasis o estado de superconciencia.
Vivekananda
Yama y Niyama son disciplinas morales sin cuyo perfecto dominio es inútil y aun perjudicial entregarse a las prácticas de la Yoga Raja.
Una vez establecidas firmemente Yama y Niyama, podrá el ejercitante obtener algún fruto de la práctica, pero sin ellas no obtendrá resultado positivo.
El ejercitante no ha de dañar absolutamente a nadie, ni hombre ni animal ni vegetal ni mineral por pensamiento, palabra u obra. Para llegar a los grados superiores se requieren ciertos ejercicios físicos y mentales cotidianamente practicados, por lo que es necesario colocarse en una postura que pueda soportarse sin fatiga largo rato.
Desde luego que no es posible indicar determinada postura para todos los ejercitantes, pues la que para unos sea cómoda para otros será incómoda, y así cada cual ha de asumir la que mejor le convenga para mantenerse enella sin molestia todo el tiempo que dure el ejercicio.
Las corrientes nerviosas han de tomar nueva dirección y se establecerá una nueva tónica vibratoria, de modo que se transmutará toda la constitución física.
La mayor parte de la actividad se situará en la columna vertebral, por lo que la única condición indispensable en la postura que se adopte, ha de ser que pecho, cuello y cabeza se mantengan erguidos en línea recta sin desviar en lo más mínimo la columna vertebral y dejando que el peso del tronco recaiga en las costillas.
No es posible tener muy nobles pensamientos, con el pecho hundido y la cabeza gacha.
Este grado de la Yoga Raja es algo semejante a la Yoga Hatha que trata especialmente de la salud y vigor del cuerpo físico.
No hemos de referirnos para nada a la Yoga Hatha en este libro, porque sus prácticas son muy difíciles y no pueden aprenderse en un día ni propenden al perfeccionamiento espiritual.
La práctica o ejercicio llamado de la purificación de los nervios está repudiada por algunos tratadistas que no la consideran propia de la Yoga Raja; pero una tan prestigiosa autoridad como Sankara la admite y aconseja en sus comentarios al upanishad Svetasvatara, en los siguientes términos: "Cuando Prânâyâma elimina toda escoria de la mente, se fija en Brahman. Primero se han de purificar los nervios y después se puede practicar la prânâyâma. Al efecto, se tapa la ventanilla derecha de la nariz con el pulgar y se inspira el aire por la ventanilla izquierda, y sin interrupción se tapa con el pulgar la ventanilla izquierda para espirar el aire por la derecha. Luego se tapa la ventanilla derecha para inspirar por la izquierda y espirar por la derecha tapando la izquierda. "Se repite alternativamente este ejercicio unas cinco veces en las siguientes horas del día: antes del alba, al mediodía, al ponerse el sol, y a medianoche. "Al cabo de un mes de continuada práctica respiratoria están purificados los nervios y puede procederse al ejercicio del prânâyâma." La práctica es absolutamente necesaria. Por mucho que se oiga o se lea acerca de la Yoga Raja, no se adelantará un paso sin la práctica. Nunca se aprende bien una cosa hasta que personalmente se experimenta, y las teorías por sí solas más bien entorpecen que estimulan la práctica. La primera dificultad con que tropieza la práctica de la Yoga Raja es un cuerpo enfermizo, pues sin cabal salud será en vano intentar la práctica; y así conviene tener mucho cuidado con el régimen alimenticio y cumplir rigurosamente las leyes de la higiene física y mental, sin olvidar que la salud es uno de los medios de llegar al fin. Si la salud fuese el fin retrocederíamos al reino animal, etapa en que la mente es embrionaria e instintiva. La segunda dificultad es la duda. Siempre dudamos de lo que no vemos. El hombre no puede confiar en meras palabras por mucho que se esfuerce; y así, quien por vez primera oye hablar de la práctica de la Yoga Raja, duda de la verdad de lo que se le dice; pero si emprende los ejercicios no tardará en recibir un vislumbre de la verdad que le aliente y estimule a proseguirlos con esperanza de venturoso éxito. Dice un comentador de la filosofía yoguista: "Cuando el ejercitante obtenga una prueba por débil' que sea, despertará su fe en las enseñanzas de la Yoga."
Después de algunos meses de perseverante práctica, notará el ejercitante que puede leer el pensamiento ajeno en forma de imágenes mentales; y acaso oiga algo de lo que otros hablen en diferentes lugares, si concentra la mente con deseo de oír. Percibirá el ejercitante todos estos vislumbres poco a poco y en corta medida al principio, aunque lo bastante para infundirle fe, fortaleza y esperanza. Si concentra el ejercitante la mente en la punta de la nariz, al cabo de algunos días de perseverar en este ejercicio, percibirá fragantes olores en prueba de que es posible recibir sensaciones sin mediación de los órganos físicos. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que todas estas cosas, al parecer sobrenaturales y maravillosas, no son en modo alguno la finalidad sino los medios de la Yoga Raja, pues la finalidad es la liberación del alma de la rueda de muertes y nacimientos, con el absoluto dominio de la materia. Hemos de ser dueños y no esclavos de la naturaleza material. Ni el cuerpo ni la mente han de dominarnos, pues el cuerpo es nuestro y no somos del cuerpo. Refiere la leyenda que una vez acudieron un deva y un demonio a un sabio para que les enseñara cuál era la naturaleza del Ser. Ambos estudiaron largo tiempo con el sabio, quien al fin les dijo: -Vosotros mismos sois el Ser que andáis buscando. El deva y el demonio creyeron que sus cuerpos eran el verdadero
Ser a que el sabio se refería, y ambos se restituyeron a sus respectivas esferas, muy satisfechos, y dijeron a sus compañeros:
- Hemos aprendido todo cuanto había que aprender. Comamos, bebamos y holguémonos. Somos el Ser y nada hay más allá de nosotros mismos.
El demonio era por naturaleza ignorante, de mente oscura, y sin ulterior investigación permaneció satisfecho con la idea de que el cuerpo era su verdadero ser.
Pero la naturaleza del deva era pura, y aunque al principio cometió el error de identificarse con su cuerpo y entregarse a todo linaje de goces, no tardó en conjeturar que no se había referido su sabio instructor al cuerpo, al decirles que ellos mismos eran el Ser que andaban buscando, sino que debía de ser algo superior.
En consecuencia, recurrió de nuevo al sabio y le dijo:
- Señor; me enseñaste que este mi cuerpo era el verdadero Ser; pero yo veo que todos los cuerpos mueren, y el Ser no puede morir.
El sabio le respondió:
- Conócete a ti mismo. Tú eres Aquello.
El deva regresó a su esfera creído de que la mente era el Ser; pero no tardó en observar que los pensamientos eran variables, unas veces buenos, otras malos, y que la mente era demasiado voluble e inconstante para que fuera el Ser.
El deva recurrió de nuevo al sabio y le dijo:
- Señor; no creo que la mente sea el Ser. Me dijiste que lo es.
El sabio repuso:
- No te dije tal. Conócete a ti mismo. Tú eres Aquello.
El deva regresó a su esfera y al fin reconoció que era el Ser más allá del cuerpo y de la mente.
Así supo el deva que el espíritu, el verdadero Ser es eterno, sin nacimiento ni muerte, que ni espada le hiere ni agua le moja ni fuego le abrasa ni aire le orea; que es infinito, omnisciente, intangible, omnipotente y trasciende al cuerpo ya la mente.
De esta suerte quedó satisfecho, mientras que el pobre demonio no llegó a conocer la verdad por su ciega afición al cuerpo.
En este mundo hay muchos cuya naturaleza es semejante a la del demonio de la leyenda, pero también hay algunos de la naturaleza del deva.
Si alguien enseña el modo de acrecentar la posibilidad de goces corporales, acudirán muchísimos a escucharle, pero si se propone mostrar la senda que conduce a la meta suprema, tendrá escasos oyentes.
Pocos son los capaces de comprender las cosas espirituales y menos todavía los que tienen paciencia para alcanzarlas; pero hay algunos que saben que aun si el cuerpo viviese mil años el resultado final sería el mismo.
El cuerpo físico cambia lenta e incesantemente y nadie es capaz de impedir ni por un momento esta alteración de su cuerpo, que sin remedio ha de desintegrarse cuando cesen las fuerzas que lo mantienen.
Dice el texto: "Como sin cesar se mudan las aguas de un río, así se muda el cuerpo".
Sin embargo, se ha de conservar sano y robusto el cuerpo, porque es el mejor instrumento de que disponemos.
El ser humano supera a todos los de la creación, y aun los devas han de pasar por el reino humano para alcanzar la liberación, pues no la pueden alcanzar como devas.
Dicen los judíos y los mahometanos que el hombre fue la corona de la creación, pues lo creó Dios después de haber creado a los ángeles y a los animales, y después de crearlo, les mandó a los ángeles que lo saludaran, y todos obedecieron menos Iblis, a quien Dios maldijo y se trocó en Satanás.
Esta alegoría encubre la verdad de que no cabe mayor nacimiento que el en cuerpo humano. En la materia constitutiva del cuerpo de los animales predomina la de índole tamásica, y así es que no pueden tener nobles pensamientos. En la materia constitutiva del cuerpo de los devas predomina la de índole sátvica, por lo que no pueden tener malos pensamientos. Pero como la liberación es el fruto de la victoria de la naturaleza superior sobre la inferior, y en los animales predomina la inferior y en los devas la superior, necesario es que animales y devas pasen por el reino humano en el que se entabla con fuerzas relativamente iguales la lucha entre la naturaleza superior y la inferior, cuyo final resultado ha de ser la liberación. En la sociedad humana vemos también que la opulencia por un extremo y la indigencia por otro son impedimentos en el sendero de perfección. El término medio es siempre el mejor. El ejercicio llamado prânâyâma tiene por objeto la regulación y dominio del aliento respiratorio. El aliento es como el volante de la máquina corporal. En las máquinas de vapor, el volante almacena y regula la energía mecánica y fuerza motora en que se transmutó la calorífica empleada en la producción del vapor de agua que mueve el émbolo que a su vez hace girar el volante, cuyo movimiento se transmite uniformemente a todas las máquinas herramientas. De la propia suerte, el aliento es en el mecanismo humano el volante que proporciona la fuerza motora a todos los órganos del cuerpo. En tiempos antiguos cayó en desgracia el favorito de un poderoso monarca, quien lo condenó a prisión perpetua en lo alto de una torre. Pero la fiel esposa del ministro caído se dió traza para ponerse de noche al habla con su marido y preguntarle qué podría hacer para salvarle. El preso le respondió que a la noche siguiente volviera al pie de la torre con una larga cuerda, un trozo de hilo de empalomar, otro de bramante, un hilo muy largo de seda, un escarabajo y un poco de miel. Aunque muy extrañada de semejante encargo, la fiel esposa compareció a la noche siguiente al pie de la torre, provista de todo cuanto le había pedido su cónyuge, quien le dijo que atara firmemente el hilo de seda al escarabajo cuyas antenas había de untar con miel, y que lo colocara sobre la pared de la torre en dirección hacia arriba. El escarabajo, querencioso de la miel anduvo lentamente por la pared de la torre hasta lo alto, en donde el preso se apoderó del hilo de seda, y le dijo a su mujer que lo atara por el otro extremo al hilo de empalomar del que también se apoderó, repitiendo sucesivamente el procedimiento con el bramante y por último con la cuerda, que le sirvió para descolgarse de la torre y escapar .
Así puede compararse en nuestro cuerpo el aliento al hilo de seda que facilita la función de los nervios, después la de la mente y, por último, la de prana, cuyo dominio nos confiere la liberación. No conocemos ni podemos conocer gran cosa acerca de nuestro cuerpo, a pesar de las autopsias y las vivisecciones, porque nuestra atención no acierta a discernir los delicados movimientos que se operan en nuestro organismo corporal. Sólo seremos capaces de observar estos movimientos cuando la mente se sutilice lo bastante para penetrar en las profundidades de la vida orgánica. Para percibir lo sutil hemos de empezar por percibir lo denso y dominar la prana o fuerza motora del organismo, y la más notoria manifestación de esta fuerza es el aliento respiratorio. Así, junto con el aliento podremos entrar en el cuerpo y observar las corrientes nerviosas que circulan por todo el organismo.
Estas corrientes nerviosas mueven la mente; y por lo tanto, dominando la prana o energía vital, seremos capaces de dominar cuerpo y mente. El dominio de la prana se logra por medio del prânâyâma, cuyo ejercicio requiere varias lecciones prácticas, porque el razonamiento no nos dará la prueba que hemos de experimentar personalmente. Tan pronto como el ejercitante note la actuación de las corrientes nerviosas, se le desvanecerá toda duda y proseguirá el ejercicio completamente seguro de su éxito final. Se ha de practicar el ejercicio por lo menos dos veces al día, una por la mañana al levantarse y otra por la noche antes de acostarse, o mejor en los crepúsculos matutino y vespertino, que son las horas de mayor tranquilidad y calma. Se han de practicar los ejercicios antes de almorzar y de cenar, cuando el estómago esté libre y se note apetito. Quienes se hallen en favorables condiciones para el caso, harán bien en destinar un aposento especial para la práctica de la Yoga Raja, el que no ha de servir de dormitorio, sino respetarlo como lugar sagrado, embellecido con flores, y no entrar allí sin estar del todo limpios de cuerpo y mente. También se puede adornar este aposento con hermosos cuadros de asunto enaltecedor y quemar incienso antes del ejercicio. Sólo se ha de permitir la entrada a quienes estén mentalmente armonizados con el ejercitante. De esta suerte se irá formando en el aposento una atmósfera de santidad que calmará las agitaciones siniestras del ánimo. Tal fue el origen de los templos, iglesias, mezquitas, pagodas, sinagogas y
demás lugares de oración, cuyas paredes están impregnadas de los devotos efluvios de los fieles, aunque hoy día está profanada la santidad de estos lugares. Quienes no dispongan de un aposento a propósito en su casa, practicarán el ejercicio en un paraje incontaminado, lejos del bullicio de las gentes, donde no haya animales salvajes ni nada que amenace perturbar al ejercitante. Sentado en cómoda postura, con el pecho, cuello y cabeza erguidos, se empezará el ejercicio con un saludo de paz y amor enviado en corriente mental a todos los seres de la creación, diciendo para sí : "Felicidad deseo a todos los seres. Paz a todos los seres. Bienaventuranza a todos los seres". Se ha de dirigir sucesivamente el pensamiento a los cuatro puntos cardinales, y con cuanta mayor unción se envíen estos armónicos pensamientos en mejor actitud se colocará el ejercitante, y advertirá que el más expedito modo de lograr la salud y la dicha es el de procurárselas a los demás porque todos los seres del universo constituyen una sola unidad. Quienes crean en Dios deben después de levantar su corazón a Él, pero no para pedirle riqueza ni salud ni la gloria eterna, sino tan sólo conocimiento e iluminación, pues todas las demás peticiones son egoístas. Enseguida ha de convertir el ejercitante la mente hacia su cuerpo, considerándolo sano y robusto, y que es el mejor instrumento de que dispone para cruzar el mar de la vida. Los débiles no alcanzan la liberación. Así es necesario desechar todo pensamiento de flaqueza, y tener confianza propia, con la absoluta seguridad del feliz resultado del ejercicio.
PRANA
Prânâyâma significa literalmente el dominio del prana; y por tanto, los ejercicios de respiración son uno de los varios medios de llegar al dominio del prana. Según los filósofos de India., el universo está constituído de akasa y prana, que traducido al lenguaje occidental equivalen a materia y energía. La akasa es la materia primordial que en sucesivas condensaciones se plasma en los estados etéreo, gaseoso, líquido y sólido que
constituyen todas las formas del universo, desde el átomo al sol. En el principio del universo sólo existía la materia homogénea e indiferenciada, la akasa; y al fin del ciclo actual de evolución todas las formas se desvanecerán para resolverse en el primordial estado de akasa. Por otra parte, prana es la primordial y única energía del universo, que se manifiesta en las diversas modalidades de pensamiento, electricidad, fuerza vital, luz, calor, magnetismo, atracción, cohesión, afinidad, sonido y movimiento, según la tónica de vibración. En el principio del universo no había más que esta energía primordial, y al fin del ciclo todas las modalidades de energía se resolverán en su originario estado de prana.
De la acción de prana en akasa provienen todas las formas del universo, y según la modalidad de prana así es la modalidad de akasa. En consecuencia, si el hombre llegara a dominar en absoluto la energía pránica, sería capaz de dominar el universo todo; pero el poder del hombre sólo alcanza a un relativo dominio de la energía pránica que le permite realizar obras que al común de las gentes les parecen milagrosas. Una característica de la mentalidad índica es que siempre investiga hasta llegar a la más completa generalización posible, dejando para más tarde el examen de] os pormenores. Preguntan los Vedas :
"¿Qué es lo que una vez conocido, se conoce todo?" Así, todo cuanto se ha dicho y escrito en punto a filosofía, tuvo por objeto, conocer lo que una vez conocido, se conoce todo. Si el hombre hubiese de llegar al conocimiento del universo por el particular estudio de cada uno de sus pormenores, necesitaría emplear infinidad de tiempo y aun no lograría conocerlos todos. ¿Cómo podrá entonces conocer el universo, por medio de los pormenores? El yogui dice que tras la manifestación de los particulares se oculta una generalización, tras la variedad y la multiplicidad está la esencial unidad, .de suerte que quien sea capaz de conocer la esencial unidad conocerá la diversidad o sea el universo.
Por lo tanto, si todas las modalidades de energía se compendian en la única energía universal llamada prana, quien domine prana dominará todas las modalidades de energía, incluso la energía vital de su cuerpo y la mental de su mente. La finalidad de prânâyâma es el dominio de la energía pránica, que requiere prolongada y perseverante práctica, para ir adquiriendo por grados tan difícil dominio. Se ha de empezar por el dominio de la energía del cuerpo y de la energía de la mente, pues lo más cercano e inmediato al hombre son su cuerpo y mente. Algunas sectas, como los mentalistas, los cristianos científicos, los saludadores, hipnotizadores y magnetizadores, unos consciente y otros inconscientemente logran con sus prácticas dominar algún tanto las energías del cuerpo y de la mente, y de aquí los resultados que obtienen aun sin conocer debidamente la energía de que se valen en sus operaciones, que no es otra que la prana del yogui.
La energía mental es una modalidad del prana más sutil todavía que la energía vital del cuerpo. Pero el pensamiento no es la única manifestación de esta energía. Hay otra de índole inferior llamada instinto o pensamiento inconsciente, a cuyo plano pertenecen todos los movimientos reflejos del organismo. El plano de pensamiento consciente es la razón que analiza, compara, delibera, ve el pro y el contra de las cosas y juzga en consecuencia. Sin embargo, la razón es finita, esto es, tiene límites y actúa dentro de un círculo cuya circunferencia no puede trasponer; pero al propio tiempo, a la manera en que los cometas penetran en el círculo de observación de los astrónomos, así penetran en el círculo de la razón ciertas ideas provenientes de más allá del límite que nuestra razón no puede trasponer, por lo tanto, la mente puede llegar a un nivel superior al de la razón, y este estado superconsciente es el de éxtasis o samadhi, en que la mente trasciende la razón y percibe lo que le es imposible percibir en conciencia vigílica por medio del instinto o de la razón.
Cuando se disciplinan, gobiernan y rigen el instinto y la razón, impelen a la mente a elevarse al nivel de superconciencia. Todos los planos de existencia del universo están esencialmente constituidos por una misma substancia, de suerte que no hay diferencia esencial entre la masa del sol y el cuerpo del hombre. Cada forma puede compararse a un vórtice o torbellino en el océano de materia, sin que ninguna forma sea constante. Así como en una tumultuosa corriente se forman multitud de vórtices sin que nunca sea la misma el agua en cada uno de ellos, así el universo es un conjunto de cambiantes formas de materia, en que nunca es constante la misma materia. Una masa de materia constituye el cuerpo humano; pero de esta masa se desasimilan unas partículas mientras se asimilan otras. Las que se asimilan provienen de las formas minerales, vegetales y animales, y las que se desasimilan van a su vez a asimilarse a formas de la misma índole de las de que procedieron. Nada hay inmutable. Todo cambia sin cesar. Lo mismo que ocurre en el cuerpo físico, observamos en la mente o cuerpo mental que está constituido por materia incomparablemente más sutil que el más sutil gas de la materia física, y esta materia mental vibra por la acción de la energía pránica, y las partículas de su masa se van asimilando y desasimilando incesantemente, viniendo de la materia mental del universo y retornando a ella, de suerte que cada mente o cuerpo mental es un vórtice en el océano de materia mental del universo. Cuando las vibraciones de la mente alcanzan el máximo grado de rapidez, puede el hombre percibir las vibraciones mentales del universo. Así también reconocemos la unidad en el universo mental e inferimos que igualmente ha de haber unidad en el mundo espiritual, que nuestro Yo individual, nuestro verdadero ser es un centro, un foco, un vórtice de vida y conciencia en el infinito océano
espiritual del único Ser existente por sí mismo. La física moderna ha demostrado que la suma total de las energías actuantes en el universo es siempre la misma y que alternativamente se halla en estado potencial o latente y en estado actual u operante, involucionando y evolucionando por toda eternidad en sucesivos manvantaras o duración de los universos. Esta energía es prana, cuya modalidad de fuerza vital se manifiesta más notoriamente en la función respiratoria del organismo humano, y si esta función cesa, al punto se paraliza el funcionamiento del organismo. Sin embargo, hay quienes han disciplinado de tal manera su cuerpo físico, que continúa viviendo aun cuando se suspenda la función respiratoria, y notorios son los numerosos casos de faquires que han permanecido sepultados bajo tierra sin respirar durante algunos días. El ejercicio de prânâyâma tiene por objeto regular a voluntad el movimiento de los pulmones, que de ordinario es independiente de la voluntad, pertenece al plano de la subconsciencia y está indisolublemente enlazado con la función respiratoria, de modo que en rigor no puede decirse si respiramos porque el aire mueve los pulmones o si los pulmones se mueven para que entre el aire. Sin embargo, la observación demuestra que los pulmones del recién nacido no empiezan a funcionar hasta que el aire se introduce en la cavidad torácica por su propio peso, y como la mayor o menor amplitud o ensanchamiento del pecho depende de la mayor o menor dilatación y contracción de la masa pulmonar, de aquí que regulando a voluntad esta dilatación y contracción de la masa pulmonar, o sea el movimiento de los pulmones, cuanto mayor amplitud tenga la cavidad torácica, mayor cantidad de oxígeno y por consiguiente de la energía pránica inherente al oxígeno entrará por su propio peso en el acto de la inspiración. Tal es la finalidad de prânâyâma. Una vez dominada la energía pránica que mueve los pulmones para que se efectúe la función respiratoria, quedarán asimismo dominados y regidos a voluntad todos los movimientos musculares de índole refleja, y aun actualizarse los que por falta de práctica quedaron latentes, y someter así todo el cuerpo a la acción de la voluntad, de modo que podamos librarlo de las enfermedades y retardar su muerte. Además de regir nuestro cuerpo una vezdominada la energía pránica, seremos capaces de regir cuerpos ajenos, pues todo en este mundo ejerce benéfica o maléfica influencia. Si nuestro cuerpo está en cierto grado de tensión, propenderá a producir la misma tensión en otro cuerpo de tónica vibratoria inferior. Las personas sanas y robustas influirán saludablemente en las de su frecuente trato, y así se dice vulgarmente de ellas que "tiene salud para dar y vender". En cambio, las personas achacosas y enfermizas arriesgan influir morbosamente en quienes se relacionen con ellas y no tengan suficiente vitalidad para rechazar la morbosa influencia; pero la persona rebosante de salud, no sólo rechazará la morbosa influencia de la enferma, sino que será capaz de prevalecer beneficiosamente contra ella y curarla de su enfermedad. La primitiva idea de curación fue que el saludador había de transmitir parte de su salud al enférmo, pues consciente o inconscientemente es posible transmitir la energía vital en que consiste la salud. Una persona robusta y vigorosamente sana en contacto con otra débil y enferma puede reanimarla aunque de ello no se dé cuenta; pero el efecto será mucho más eficaz y rápido si consciente y deliberadamente se propone reanimarla. Hay casos en que esta transmisión de prana se efectúa a distancia; aunque entonces, entre el emisor y el receptor de prana, por distantes que se hallen, no hay solución de cotinuidad, no hay vacío en el sentido de nada, pues lo que llamamos espacio está ocupado por la materia aérea del ambiente, y más allá de la atmósfera por materia etérea, muchísimo más sutil que la gaseosa del aire, de modo que la energía pránica puede influir por su masa tan instantáneamente y aun con mucho mayor eficacia que la electricidad. Sin embargo, por lo que se refiere a la terapéutica mental a distancia, cuando la ejercen los mentalistas mediante convenidos honorarios, hay un solo caso auténtico por centenares de fraudes. El proceso terapéutico no es tan sencillo como parece. En la mayor parte de los casos, el saludador, curandero o terapeuta no hace más que aprovecharse de la natural fuerza salutífera del organismo, a que los antiguos llamaron vis medicatrix.
El alópata cura con medicamentos cuya eficacia en talo cual enfermedad ha demostrado la experiencia, pero cuya causa eficiente no ha descubierto todavía la terapéutica. El homeópata cura las enfermedades precisamente con las mismas substancias que las ocasionan, aunque en dosis infinitesimales, sin que tampoco tenga su terapéutica otro fundamento racional que la comprobada experiencia. El terapeuta religioso que no se vale de otro medicamento que el inmaterial de la fe, también logra numerosas curaciones, al parecer milagrosas, porque la energía mental del enfermo, puesta por la fe y seguridad del éxito, en alto grado de vibración, acrecienta la intensidad de la energía vital y determina la curación. Los creyentes en las curaciones milagrosas las atribuyen erróneamente a la fe del enfermo por una parte ya la intervención de una entidad superhumana por otra; pero en rigor, la fe por sí misma no cura enfermedad alguna, pues si bastara la fe, se curarían sin excepción cuantos enfermos acuden a Lourdes, y otros santuarios o templos con la firmísima confianza en el favor celeste. Tampoco cabe atribuir las curaciones llamadas milagrosas a la intervención de una entidad superhumana, dotada de poder bastante para curar las enfermedades, pues si así fuera no quedarían con sus mismas lacras la inmensa mayoría de la multitud de enfermos que acuden a los santuarios
en demanda de salud. La causa eficiente de la curación no es la fe :ni el favoritismo celeste sino la intensificación de la energía pránica o vitalidad en grado suficiente para restaurar el normal funcionamiento del organismo. El hombre puro, que ha logrado dominar la pránica es capaz de ponerla en vibración lo bastante aguda para transmitirla a un enfermo y despertar en su cuerpo el mismo grado de vibración pránica. Esta transmisión de energía es evidente en modalidad mental, pues cuando un orador habla con sincero entusiasmo y su pensamiento está de acuerdo con la verdad y la justicia, comunica su entusiasmo al auditorio y le convence y persuade, porque las vibraciones de su mente han sido lo bastante intensas para levantar por contagio las mismas vibraciones en la de los oyentes. En cambio, el auditorio se queda frío si el orador no siente lo que dice o lo que dice no tiene la suficiente intensidad de energía mental, de vigor, de pensamiento y vehemencia de expresión, para prender en el ánimo y la mente del concurso. Los hombres de gigantesca voluntad, los hombres a que unos llaman bases y otros cumbres, han sido capaces de impulsar el progreso del mundo, porque pusieron su energía pránica en un tan alto grado de vibración que predomina sobre las multitudes y las atrae y las somete a su pensamiento y voluntad. Todas las manifestaciones de poder derivan del dominio del prana, aunque los caudillos de hombres no reconozcan este origen. La enfermedad proviene del desequilibrio de la energía vital, y la salud es el estado de armonía .y equilibrio de la prana o energía vital entre todos los órganos de la máquina corporal y en el instrumento mental. A veces hay exceso de energía vital y sobreviene la plétora, las congestiones cerebrales, las apoplejías fulminantes o la hipertrofia de talo
cual órgano, mientras que otras veces hay defecto de energía vital y sobreviene la anemia, la debilidad, la consunción que predisponen al organismo a la morbosa influencia de los gérmenes patógenos. Todo el arte terapéutica consiste en proporcionar al organismo la cantidad de prana que le falte y en substraerle la que le sobre. Los ejercicios de prânâyâma estimularán de tal suerte la que pudiéramos llamar sensibilidad interna, que el ejercitante acabará por notar en qué parte de su organismo corporal sobra o falta prana y será capaz de restaurar el equilibrio de la energía vital.
En el océano hay olas enormes como montañas y otras insignificantes como burbujas y todas están relacionadas con la masa del vastísimo océano. De la propia suerte un hombre puede atesorar intensa energía pránica y otro ser como insignificante burbuja, pero todos están relacionados con el infinito océano de energía que es el común origen de todo ser viviente. Como microscópica vida se forma la célula que en el transcurso de millones de edades va evolucionando en los reinos vegetal, animal, humano y superhumano hasta identificarse con Dios. Pero lo que de ordinario tarda larguísimo tiempo en cumplirse, puede apresurarse por la intensidad de la acción. En ordinarias condiciones y circunstancias tardaría un hombre millones de años en alcanzar la perfección, pero si redobla sus esfuerzos acortará el tiempo. Toda la ciencia de la Yoga se encamina a enseñar a los hombres a recorrer con mayor celeridad que de ordinario el sendero de perfección. Así lo hicieron los sabios, videntes, profetas e instructores, que en una sola vida acabaron de vivir toda la vida de la humanidad, esto es, que en una sola vida acumularon los esfuerzos que habían de hacer lentamente en las sucesivas hasta lograr la perfección, pues no tuvieron otro pensamiento ni otro propósito que alcanzar la meta de su humana evolución. Por otra parte, el espiritismo es también una modalidad de prânâyâma. Si es verdad que existen las almas de los muertos, aunque no las veamos, probable es que haya millones .en nuestro derredor sin que sensoriamente las podamos percibir, a pesar de que continuamente estamos pasando a través de sus sutiles cuerpos, como si su sutil mundo interpenetrara nuestro mundo denso. Tenemos cinco sentidos y nuestro prana actúa en determinada escala de vibración. Percibiremos a todos los seres que vibren en los diversos tonos de dicha escala, pero no percibiremos a los que vibren en tonos más bajos o más altos que los de nuestra escala. Nuestra potencia visual no alcanza
a percibir las muy rápidas vibraciones de la luz, pero puede haber seres dotados de ojos capaces de percibir estas altas vibraciones. Tampoco es capaz nuestra potencia visual de percibir las vibraciones muy lentas de la luz, que para nosotros son obscuridad; y sin embargo, hay animales como los gatos y los buhos que ven donde el hombre no puede ver. Nuestra escala visual no va más allá de un plano de las vibraciones de la modalidad lumínica de prana. Las capas atmosféricas cercanas al suelo terrestre son más densas que las superiores y según ascendemos se acrecienta su sutilidad. En el mar la presión del agua aumenta a medida que descendemos, y los peces abismales estallarían en añicos si se les colocara en la superficie. Imaginemos el universo como un océano de capas superpuestas de materia de diferente grado de vibración según la mayor o menor influencia de prana que vibra en distintos tonos correspondientes a la relativa sutilidad o densidad de las capas. Los seres que vivan en un mismo plano de vibración se percibirán mutuamente, pero no percibirán a los residentes en planos de diferente tónica vibratoria.
Pero así como por medio del telescopio y el microscopio puede el hombre ordinario ampliar su potencia visual, así por medio de la Yoga Raja puede el ejercitante colocarse en una tónica vibratoria superior o inferior a la de su propio plano y percibir los fenómenos de otros mundos. El yogui capaz de transmutar su tónica vibratoria y ponerla en más alto o más bajo diapasón, pierde de vista el mundo físico y actúa conscientemente en el mundo o plano en que es normal la tónica vibratoria en que se ha colocado.
Cuando las vibraciones son más altas que las de la escala normal del plano físico, se coloca el yogui en el estado de superconciencia a que se llama éxtasis o samadhi, del cual hay varios grados. En el grado superior de samadhi, se ven las cosas como realmente son y se perciben los seres que moran en los planos superiores. Siempre que el hombre trata de investigar algo oculto o misterioso, se esfuerza aunque de ello no se dé cuenta en adquirir el dominio de prana, y doquiera veamos una extraordinaria ostentación de poder,
hay dominio de prana. Hasta en las ciencias físicas se manifiesta la acción de prana. El vapor de agua que mueve la locomotora no es más que materia gaseosa animada por la modalidad de prana llamada energía mecánica. De la propia suerte, el pensamiento es la vibración de la materia mental animada por la modalidad de prana llamada energía mental. La energía mecánica está dominada por la ciencia física. La energía mental está dominada por la ciencia de la Yoga Raja.

Dharmachari Maitreyananda

Sobre curso de Yoga Tradicional y Clásico, dictado por Swami Dharmachari Maitreyananda